jueves, 22 de agosto de 2013

Schengenfest

No habían pasado ni dos días del concierto de Iron Maiden y nos lanzamos de nuevo a la carretera en busca de rocanrol. Esta vez no se trataba de un grupo concreto sino de un festival completo. De nombre Schengenfest, se iba a convertir en mi primer festival en el país y el primero en muchos años, después de una firme decisión de dejar de acudir a este tipo de eventos. Se celebra desde hace cinco años y ha ido creciendo poco a poco para convertirse en uno de los mayores festivales de Eslovenia. Se lleva a cabo en la región oriental de Bela Krajina (en español Carniola Blanca, por sus abedules). Más concretamente en el pueblo de Vinica, frontera con Croacia. De ahí el nombre del evento. Debido a que su popularidad va subiendo compré la entrada según se acercaba la fecha, ya por un precio desorbitado alrededor de los setenta euros. Mucha tela para el cartel que ofrecía. Pero todo fuera por la causa.
 
En esta casa en Vinica nació el escritor Oton Župančič
Todo preparado para el Schengenfest
 
El festival duraba tres días, pero tenía un desarrollo bastante tranquilito, porque no es que tuviera muchísimos grupos en el cartel. No llegué a ver a todos ellos, pero sí a una gran mayoría. Además, no había una cantidad de gente agobiante. De hecho, en algunos momentos estuvo un poco desangelado. No sé, diciendo algo a boleo digamos que habría unas diez mil personas. Típicos pasados de festival, con sus raves y sus cosas por supuesto que también había, pero comparado con el asco que da la gente en estas cosas en España (lo cual fue mi gran motivo para dejar de ir a festivales) aquello parecía una guardería. Llegamos a la hora de comer el viernes, y la verdad es que había ya mucha gente. Había zona de acampada gratuita, pero con la ola de calor que había esos días decidimos pagar un poco y dormir en un camping que había al lado del recinto. Y más o menos pudimos encontrar un lugar con algo de sombra, aunque tampoco es que durmiéramos mucho. Los conciertos no empezaban hasta las siete de la tarde y tanto el recinto del festival como el camping se situaban en la orilla del río Kolpa (dentro del Parque Regional del Kolpa), por lo que la mayoría del día consistía en tumbarse a la bartola y refrescarse dándose unos bañitos. Sin lugar a dudas, el río es el gran reclamo del Schengenfest, y es que se está tan a gusto. Después de sobrevivir al calor y con el sol ya dando un poco de tregua nos marchamos para el escenario (además del principal había uno de música eléctrica que apenas pisé) para ver ya al segundo grupo. Eran Gušti, un combo de pop-rock con miembros eslovenos y croatas. Los había escuchado antes porque, casualidades de la vida, su nueva cantante fue alumna mía el verano pasado en Madrid. Y me gustaron mucho. Hacen un pop-rock de calidad. Les siguió Mi2, uno de los estandartes del punk rock esloveno a los que extrañamente nunca había visto antes ni unos minutos. Correctos, pero nada que te deje con la boca abierta. Después de ellos tocaron Gentleman & The Evolution, grupo alemán de reggae al que apenas presté atención. El turno pasó a Niet, una de las más míticas bandas punks de Eslovenia. Tengo un disco de ellos que me regaló aquel locutor de radio, pero nunca he llegado a escuchar más que algunas canciones. Y en ese momento recordé por qué, pues menudo tostón de concierto. Punk patatero de toda la vida. Menos mal que después Hladno Pivo, un grupo croata de punk rock, lo arregló. A pesar de no haber escuchado nada (en realidad, de casi ningún grupo no había escuchado nada, o al menos muy poco) me gustaron. Tenían cierta originalidad. Cerraban la noche Happy Ol'McWeasle, eslovenos que hacen un divertido punk celta con el que incluso me atreví a meterme en el pequeño pogo formado.
 
Gušti en acción
 
El sábado amaneció pronto y caluroso, y ante las pocas ganas de pasar el día entero allí nos acercamos a la capital de Bela Krajina, la ciudad de Črnomelj. Hicimos acopio de víveres, nos tomamos algo y dimos un paseo por la localidad de cinco mil habitantes. Para ser una región un poco más apartada tenía interesantes restos de arquitectura austrohúngara. De vuelta en Vinica no pudo faltar un baño y regreso a los conciertos algo más tarde que el día anterior. Cuando llegamos ya tocaba Uroš Perić acompañado de su orquesta. Pegaba muy poco en el festival, ya que es un pianista de blues. Esloveno, sí, pero que hablaba en inglés de lo flipado que va. Es bastante famoso internacionalmente y lo hace bien, pero me cayó bastante mal. Mi mal humor lo aumentó la siguiente banda, un infumable grupo serbio de rock & roll llamado Partybrejkers. Bastante míticos también, pero igual de aburridos. A continuación llegó Plavi Orkestar, grupo de origen bosnio y la banda de rock por excelencia de la antigua Yugoslavia. Según estaba me costó cogerles el punto, pero luego los disfruté bastante. Son una leyenda y el recinto se puso hasta la bandera, y ellos supieron crear un ambiente especial. Otro grupo de otros tiempos les siguió, el pop ochentero de los croatas de Denis & Denis. Ahora se han vuelto a juntar y después de unas canciones me mandaron a dormir.
 
El casco antiguo de Črnomelj
El Kolpa nos salvó la vida. La otra orilla es Croacia
 
El domingo repetimos el programa del día, pero como excursión decidimos cruzar la frontera y visitar la ciudad de Karlovac (Karlovec para los eslovenos). Cerca de la frontera, se trata de una ciudad grande, con más de cincuenta mil habitantes y unas enormes dimensiones. Pero resultó ser una ciudad fantasma. No había ni dios y tenía un ambiente de abandono inquietante. Tal vez fuera el momento en el que estuvimos, domingo caluroso y de verano. Tenía también un montón de construcciones austrohúngaras, herencia de la Karlstadt imperial. Y el propio Kolpa (Kupa en Croacia) atravesaba la ciudad. Pero si por algo es conocida es por ser sede de la producción de una de las cervezas croatas más importantes, Karlovačko. Una vez cogimos aire, regresamos al festival. La primera banda del día para mí fueron los mexicanos Los Explosivos, que no se granjearon mi admiración con su rock garajero. Después nos ausentamos un buen rato del recinto y no regresamos hasta el turno del gran cabeza de cartel del festival, los británicos Skunk Anansie. Está claro que de nombre los conocía, pero nunca había escuchado nada de ellos. Fueron una grata sorpresa. Pura intensidad y energía en concierto. Y la cantante es algo especial. Detrás de ellos llegaba el grupo al que más ganas tenía de ver, Dubioza Kolektiv. Son una especie de Obrint Pas a la bosnia, con su música dub, ska y reggae fusionada con la tradicional balcánica. Había escuchado un disco suyo hacía poco y montaron una buena fiesta hasta bien entrada la madrugada. No paré de bailar. Eso sí, después volvimos directamente a Liubliana y el conducir fue una tortura. No me quejaré mucho, pues a pesar de que no quería ir al festival en un principio disfruté bastante de la experiencia.
 
Buscando signos de vida en Karlovac
Al fin y al cabo soy Heredero, ¿no?
Dubioza Kolektiv como colofón final
 

jueves, 15 de agosto de 2013

Scream for me, Zagreb!

He visitado la capital de Croacia en tres ocasiones. La primera fue durante la Semana Santa del año 2009, durante mi experiencia en Viena. Llegué en tren en un viaje horrible desde Budapest, en un enorme convoy prácticamente vacío. Además, en la frontera de Koprivnica pasé por un interesante episodio. Hastiado del trayecto después de unas cuantas horas, decidí irme al vagón-restaurante a tomar algo. Cuando volvía cruzando los diferentes vagones me encontré por el camino a la policía fronteriza croata, pidiendo los pasaportes. Apenas hablaban inglés, pero sin mayores problemas se lo mostré y continué en dirección a mi asiento. Pero cuál fue mi sorpresa al darme cuenta de que mi vagón ya no estaba. El tren se había parado y lo habían separado. Bajé al andén, totalmente oscuro en medio de la nada (estábamos en la localidad de Koprivnica). Los trabajadores de la estación me ordenaron que volviera al tren, pero por señas les tuve que explicar que mi mochila se había quedado en la otra parte. La recuperé y volví al tren. Buscando un nuevo sitio me volví a topar con la policía, que de manera bastante seria me exigieron sentarme, porque estaban realizando un control. Callé y lo hice. Así pues, no entré con buen pie en Croacia. Después de eso, pasé dos días con muchos de los amigos que estaba haciendo durante el erasmus y visité todos los atractivos turísticos de la ciudad.

La iglesia de San Marco. Amor a primera vista. 2009

La segunda vez no me fue mucho mejor al cruzar la frontera. Era febrero de 2010 y Monika y yo nos dirigíamos a hacer una visita post-eramus a nuestros amigos croatas. En el Daewoo Matiz iba yo al volante. Os podéis imaginar que una persona de Madrid no tiene mucha experiencia con los pasos fronterizos. En el control esloveno todo discurrió normal. Más allá se veían otras dos filas de casetas. La primera de ellas no tenía la barrera bajada, así que deduje que la policía croata te paraba en la última. Error. Aún recuerdo a Monika gritando que parara y a la mujer dentro de la caseta agitando los brazos como una posesa. Frenazo, marcha atrás y cara de idiota. Creo que me salvó el hecho de no pertenecer a ninguno de los dos países y el no conocer el idioma.

La plaza de Ban Jelačić, el centro de la ciudad. 2010

La ocasión más reciente no ha sucedido hasta hace unos días. Parece mentira que desde que vivo aquí no hubiese visitado de nuevo la capital croata, pero ha tenido que ser algo tan especial como el concierto de la banda heavy más grande de todos los tiempos para que me acercara allí. Esta vez, con el Citroen C3 y la lección bien aprendida, todo fue como la seda en la frontera. Antes de cruzarla habíamos hecho una parada exprés en el camino para ver el castillo de Otočec, bonito y famoso al encontrarse en una isla artificial del río Krka pero rápido de ver. El grupo en cuestión al que íbamos a ver no puede ser otro que Iron Maiden. Siempre me ha gustado mucho "la bestia" y siempre había querido verles. De hecho, lo primero que hice en la música fue grabar una versión de ellos con unos amigos. Me compré la entrada con mucho tiempo en una gasolinera eslovena por poco más de 30 euros, así que muy baratito. El concierto se celebró en el moderno pabellón deportivo Arena, a las afueras de la ciudad. Total, que prácticamente ni pisé Zagreb, porque el lugar estaba al lado de la circunvalación. Entramos prontito en el recinto, pero el primer grupo ya había empezado. Se llamaban Voodoo Six y sirvieron para calentar el ambiente. Después les siguieron unos teloneros más, pero ¡qué teloneros! Nada más y nada menos que Anthrax, uno de los grandes del trash metal. Dejaron en su punto al numeroso público que ya se congregaba frente al escenario. Y por fin comenzarían las dos horas de temazo tras temazo, espectáculo pirotécnico, impresionante decoración, carreras de Bruce Dickinson y demás que se marcaron los Maiden. Lo disfruté mucho, a pesar de que el sonido era bastante malo. Especialmente con canciones como "Afraid to shoot strangers", "The trooper" o "Fear of the Dark". A partir de ahora no creo que me pierda ninguna gira de las que hagan en el futuro.

El castillo esloveno de Otočec, uno de los de más nombre
Arena Zagreb. 2013
Soy más grande que los más grandes
Anthrax
"The trooper"
¡Heavy metal!

sábado, 10 de agosto de 2013

Stol

2.236 metros son los que le sirven a "la silla" para ser la cumbre de Karavanke. Stol tal vez sea la montaña más bonita y más imponente que haya visto nunca. Eso sí, desde el lado esloveno (los austriacos la llaman Hochstuhl y su perfil es totalmente irreconocible). Esté en Bled o en Liubliana es una referencia en el horizonte. Verlo me hace sentirme en casa. Tanta admiración ha tardado demasiado en convertirse en una visita, pero más vale tarde que nunca. Al tener unas dimensiones enormes hay numerosos caminos hasta su cima. Nosotros decidimos empezar en Završnica, a 640 metros sobre el nivel del mar. Podíamos haber subido con el coche hasta Valvasorjev Dom, el primer refugio del camino a 1.181 metros (y que debe su nombre al más importante científico esloveno de la Edad Moderna), pero no nos apetecía meterlo por caminos. Algo menos de una hora tardamos en subir hasta este refugio. Allí hicimos un primer descanso y cogimos el camino de Žirovnica (Žirovniška pot), el más antiguo y popular para subir a Stol. Caminábamos con ganas, subiendo y subiendo, a veces entre el bosque y a veces atravesando claros. Con el paso del tiempo las vistas empezaron a ser espectaculares. Se veía de manera grandiosa el lago de Bled, todo el valle del Sava e incluso hasta Kranj y Liubliana. Más arriba las vistas serían aún más espectaculares, gracias a la enorme tormenta que había caído la noche anterior y había limpiado el aire. No estaba todo gris como había visto solo dos días antes desde Šmarjetna. Bien pasadas ya las dos horas de caminata las piernas lo empezaron a notar. Las pausas se hicieron más habituales y el andar más monótono, casi aburrido. La senda parecía no terminar nunca. Por fin llegamos a la zona desnuda de vegetación, pero aún así la cima no aperecía por ningún lado. Esta parte se hizo realmente larga, con mucha pendiente y caminando entre piedras. Subimos un poco más. Ahora ya no había ni un mísero arbusto. El viento soplaba una barbaridad, tanto que te empujaba y sentí algo de miedo. Hicimos un último esfuerzo para en cuatro horas llegar a Prešerenova Koča, el refugio de montaña situado a la sombra de la más baja de las dos cimas que tiene Stol y dedicada al más grande poeta esloveno. La cumbre se divide en dos pequeñas cimas separadas por un pequeño valle. La más baja recibe el nombre de Mali Stol y la verdadera el de Velik Stol (algo tan sencillo como pequeña y grande, nombre este último que es el que le dan los vecinos del norte en su idioma). Allí, a 2.193 metros de altitud pero a refugio del viento, disfrutamos de un largo y merecido descanso, dando cuenta de nuestras provisiones y disfrutando de las vistas. Al ser entre semana había poca gente. Mientras descansábamos también pudimos echar un ojo al libro "Stol, mogočni sosed" (que podríamos traducir por "La Silla, poderosa vecina"). Tanto me gustó que después lo he sacado de la biblioteca y me lo he leído. A través de antiguas imágenes y relatos cuenta la historia del alpinismo en esta montaña y más concretamente de este refugio, construido por primera vez en 1910, quemado por los eslovenos durante la Segunda Guerra Mundial para que no lo usaran los nazis y puesto en pie de nuevo en 1966. Una vez recuperados, hicimos en quince minutos el asalto final a la cima. Frontera con Austria, proporcionaba también espectaculares vistas sobre su región de Carintia. La altura y la pendiente se empezaban a notar, así que comenzamos a bajar, deseando poner pie en una tierra algo más firme. La bajada se hizo larga, pero las piernas agradecieron mucho posarse al fin sobre territorio plano, después de haber estado prácticamente ocho horas en duro funcionamiento.

Solo me incorporé en la cama para ver mi destino al despertar
Empezando con ganas
Valvasorjev Dom
Un alto en el camino
Pues sí que está esto alto, ¿no?
No hacen falta comentarios
¡Un poco más!
Homenaje a un caído en la lucha contra los nazis
Prešernova Koča
Pan comido

martes, 6 de agosto de 2013

Šmarjetna gora

No confundirla con Šmarna, aunque Šmarjetna es a la ciudad de Kranj lo que la primera a Liubliana. Tienen características sorprendentemente similares. Seguro que ya habré dicho (y repito que alguna vez le dedicaré una entrada) que Kranj es la cuarta ciudad del país y "capital" de la región de Gorenjska, a medio camino entre Liubliana y Bled. Su monte también se sitúa en la cuenca del Sava y se eleva, con sus 646 metros, de una manera imponente sobre la ciudad. Šmarjetna es un punto de fácil referencia en muchos kilómetros a la redonda, por su altura y su soledad. Al igual que Šmarna se encuentra en el límite de la ciudad, pero al ser Kranj más pequeña queda muy cerca del centro, con lo cual las vistas sobre ella son mucho más espectaculares. Por supuesto, hay una iglesia en la cima, pero la verdad es que es poco destacable. Junto a ella lo único que se puede encontrar es un parking, un mirador (con obvias y espectaculares vistas sobre la inmensa cordillera de Karavanke, la no menos pequeña cuenca del Sava y en general prácticamente toda la región de Gorenjska) y un hotel en decadencia. Supongo que también es un lugar al que subir haciendo senderismo o simplemente a tomar algo para los habitantes de la localidad, pero lo cierto es que cuando fui, a pesar de ser domingo, solo pude ver unos pocos ejemplos de ambos tipos.

Šmarjetna gora dominando Kranj

Una semana exacta después de ir a Železniki me marqué otro etapón, como ya dije de otros setenta kilómetros. Desde Zasip puse rumbo a Kranj, recorrido que ya hice una vez el año pasado pero del que no dejé constancia escrita. Es una ruta hacia el este con un poco de todo: llano, subidas y bajadas, tanto al descubierto como por entre bosques. Eso sí, casi siempre cruzando pueblos encajados entre el río Sava y la autopista de Gorenjska. Llegar a Kranj no presenta mayor dificultad que la de la distancia. Por eso, esta segunda vez quise ir un poco más allá y escalar el monte de Šmarjetna, donde nunca había estado y siempre me había apetecido disfrutar de las vistas que me imaginaba y que cumplirían las expectativas. Como nunca había estado no sabía muy bien a que me iba a enfrentar. Esperaba algo más de dos kilómetros con cierta pendiente, pero lo que me encontré fue mucho más duro de lo que pensaba a priori. Y es que la pendiente rondaba en torno al 15 %, sin descanso en ningún momento. Si a esta increíble dureza le sumamos una temperatura en torno a los 35 grados, el día más caluroso de todo el año hasta la fecha, obtenemos el cóctel perfecto para dar lugar a la mayor derrota que me he llevado en los últimos tiempos. Podría haberme esperado tales rampas, teniendo en cuenta la diferencia de altitud en tan poco recorrido, pero no. Cuando llevaba un kilómetro aproximadamente decidí echar pie a tierra. No es que no pudiera más, pero con el calor que hacía no quería hacer el tonto. Descansé y volví a montarme. Os podéis hacer una idea del desnivel si os digo que al arrancar se me levantó la rueda delantera. Esperaba que la pendiente aflojara, pero nada. Con esas, pronto me volví a bajar y decidí continuar el resto, la mitad de la subida, a pie, sudando una barbaridad. Simplemente no pude con ello. Por muy en forma que esté esa pendiente aún es demasiado dura para mí. Necesito bajar de peso, una bici mejor o salir con más asiduidad. Si consigo vengarme algún día ya os lo diré. Eso sí, las vistas merecieron el esfuerzo. Y para que me creáis os dejo un vídeo que grabé y con una foto, aunque por desgracia no se puede apreciar en todo su esplendor, por la cámara del móvil y el aire gris después de tantos días sin lluvia.

Kranj

jueves, 1 de agosto de 2013

Železniki

Si este año no estoy dando mucho la brasa con mis rutas en bici no es porque no haya salido a montar. Sí es cierto que tal vez me ha costado más empezar, por falta de tiempo o dedicarme más a correr, pero ya dejé constancia por aquí del Triatlon Karavanke y de mi ascensión a Vršič. El caso es que tengo bastante trillada la región y me tengo que marcar etapones para hacer algo nuevo que me motive y que sea digno de mención en el blog. Y los últimos findes he gozado de más libertad para realizarlo, con dos cabalgadas de setenta kilómetros de diferente signo. La primera en esta entrada y la segunda para la siguiente. El segundo fin de semana de julio, además de ser las fiestas (ya lo dije en su día, algo diferentes a las de los pueblos de España) de Bled, también lo eran de otro pueblo grande de Gorenjska, de nombre Železniki. Esta localidad está a unos 35 kilómetros de Zasip. El camino a seguir es el mismo que pasa por Kropa y sube hasta Jamnik, esa iglesia que domina el valle del Sava. Hasta ahí las piernas ya se habían llevado un par de puertos no excesivamente duros y ya conocidos. Quedaba el camino a lo desconocido.

Antes era muy rata poniendo fotos. Apenas
dejé constancia en su momento de Kropa
Y lo mismo con la iglesia de Jamnik

Yo pensaba que al llegar a Jamnik ya todo sería bajada hasta Železniki, pero nada de eso, me quedaban unos cuantos repechos. Después de esto sí había una larga bajada hasta la capital del municipio cruzando un par de pueblos en la ladera, un curioso y moderno mirador e incluso un refugio de montaña en el que hice mi primera parada de avituallamiento líquido de las muchas del día. Železniki es un pueblo muy similar a Kropa, también encajado en un valle, rodeado de colinas y dedicado a la forja de hierro. Por eso su casco histórico tiene unos cuantos edificios antiguos dignos de ver. Especialmente destaca el alto horno que domina la plaza principal, único monumento de este tipo conservado en Eslovenia. Era domingo por la mañana y la verdad es que no había mucha gente paseando por los estands o visitando los museos con exposiciones del otro gran distintivo de Železniki: el encaje. En toda esta zona el encaje de bolillos se convirtió a finales del siglo XIX en la actividad típica de las mujeres mientras sus maridos se afanaban en las fraguas o en las minas. Cierto es que Železniki no es la localidad por excelencia del encaje, sino Idrija (algún día la visitaré), pero también se trata de una de sus grandes cunas. Ya había vistos muestras de ello y una vez más pude comprobar que algunas piezas pueden llegar a ser auténticas obras de arte. Después de apreciarlo y zamparme un bonito y caro medenjak, una galletita de miel también muy típica del país, me senté de nuevo en el sillín para el camino de vuelta. Y me esperaba lo más duro: desandar todo lo que había bajado. Fue una subida interminable hasta Jamnik, ya que se veía desde abajo todo lo que tenía que subir, y aunque parezca una tontería eso te mina la moral. Además hacía bastante calor y no había mucha sombra. Mal que bien conseguí terminar la subida de más de diez kilómetros, con una parte inicial muy tendida, unos kilómetros centrales muy duros y constantes y un final subibaja. Solo me quedaba lo fácil, pero el esfuerzo me acabaría pasando factura y me vino a ver el celebre Tío del Mazo. Pasado Kropa ya iba totalmente apajarado y a duras penas conseguí llegar a casa, sufriendo lo indecible en los repechos que me quedaban y haciendo alguna parada para intentar hidratarme y alimentarme en la medida de lo posible. A pesar de todo, al final mucha satisfacción, y es que por kilometraje y perfil fue lo más duro realizado en bici hasta la fecha.

El alto horno de Železniki
Aunque sea de marujas el encaje es bonito
Hasta en los lugares más recónditos
te puedes llevar grandes sorpresas
El medenjak decorado duró poco
Si así se veía desde arriba os podéis imaginar
cómo se veía desde abajo