lunes, 23 de mayo de 2011

Giro d'Italia

Respecto al sábado pasado creo que puedo usar esa pomposa frase de que cumplí un sueño. Los que me conocéis bien sabéis, que a parte de que me guste salir a montar en bici (que llevo ahora sin hacerlo ya unas cuantas semanas...), me encanta el ciclismo. Es mi deporte favorito. Y ahora en mayo, como siempre, se celebra el Giro de Italia. Y hay etapas que caen muy cerca de Eslovenia. No había otra que irse hasta allí. Y ni más ni menos que Monika y yo nos fuimos a la etapa con final en el Monte Zoncolan, considerado por los ciclistas como el puerto más duro de subir. ¡Quién me lo iba a decir a mí! No me podía creer el estar allí. El viaje no fue muy largo, y es que la zona sólo está a 140 kilómetros de Zasip. Un par de horas de viaje a través de los Alpes y una frontera eslovena más cruzada con el coche, y ya van unas cuantas. Según nos acercábamos se empezaba a respirar ambiente ciclista: decoraciones, muchísimos ciclistas aficionados en las carreteras, etc. Salimos bastante pronto de casa porque esperábamos que hubiese mucha gente, pero luego vimos que no tuvimos muchos problemas para aparcar en Ovaro, el pueblo a los pies del Zoncolan (a 10 kilómetros de la meta). Allí ya empezamos a ascender y vimos cómo habían engalanado el pueblo. Y ahí me di cuenta porque la Vuelta a España es, con mucho, la peor de las tres grandes. No hay color en cuanto a ambiente. Nos hicimos con un pack del Giro para meternos en situación y empezamos a subir. Desde Ovaro ya empieza a ser dura la subida, pero es a partir de Liariis, un pueblo a ocho kilómetros de la cima, cuando empieza el infierno. Sólo subimos hasta a 6 kilómetros de meta, y nos quedamos para ver pasar a los ciclistas un poco antes. Hicimos esos cuatro kilómetros andando a un buen ritmo en una hora y media más o menos. Las pendientes son terribles y era bastante duro para nosotros andando, así que podéis imaginar cómo es para los ciclistas. Nos acomodamos para las cuatro horas que nos tocó pasar sentados en la pendiente pugnando por sombra. Y es que fuimos demasiado pronto, no había tantísima gente. Más arriba, más cerca de la meta, sí. Pero donde nosotros nos quedamos no, y vimos pasar a los ciclistas de puta madre. En cuanto al público me sorprendió que no había prácticamente españoles (o más bien, vascos) y había muchísimos checos. Quien ha ido a ver ciclismo sabe que es un deporte que se ve mejor por televisión, porque en directo no te enteras de mucho. Cuando pasaron por nuestro punto fue cuando Purito Rodríguez aún tenía unos metros de ventaja sobre Antón y Contador, y estos a su vez sobre el resto de favoritos. De lo que ví me quedo con el rostro fundido de Purito y el agradecimiento de Pablo Lastras por el apoyo. Una vez habían pasado todos empezamos el descenso, y al poco empezó una tormenta de época que no paró hasta mucho tiempo después. Cuatro kilómetros de bajada con un aguacero terrible. Resultado: empapadísimos y conducción de los 140 kilómetros de vuelta en calzoncillos, pago de peaje incluído.

La puerta del infierno está a la salida de Liariis



Animando al ganador de la etapa y a la "maglia rossa"
(¡vaya fotaza, Monika!)

viernes, 20 de mayo de 2011

De Golica y otras cosas

El sábado pasado era el día de subir a Golica. Todo mayo es el mes de los narcisos y el día principal, donde se elegía a "Miss narcis" (con fiesta en Planina pod Golico, que sólo vi de pasada), era este día. Golica es una de las montañas de Karavanke, la sierra que separa durante muchos kilómetros Eslovenia de Austria y tiene mucha importancia en Gorenjska, con 1.836 metros de altitud. He estado en montañas más altas, pero nunca había subido una en plan serio y con tanto desnivel. Y es que en alrededor (supongo) de tres kilómetros, se pasa de los 1.090 metros a los que empezamos en el pueblo hasta esa cifra de la cumbre. Dos horas para subir y algo menos para bajar de vuelta, siempre con mucha pendiente. Fuimos con nuestros vecinos de Liubliana y otros amigos, bastante mejor preparados que nosotros. Pero no se nos dio del todo mal. A mi personalmente sólo me reventó el dolor de rodillas al descender. Empezamos subiendo por una zona de bosque y una vez se acababa la vegetación estaba el refugio de montaña, con un pequeño descanso para afrontar el ataque a la cumbre. Las vistas eran espectaculares, del lado esloveno y muchísimo más del austríaco (se veía increíblemente la llanura de Carintia, incluyendo Villach y Klagenfurt, sus principales ciudades). La subida no era peligrosa para nada, pero sí daba bastante acojone porque las pendientes eran increíbles, y alguna vez caía alguna piedra y había que tener cuidado. Además, en esta última parte soplaba un viento terrible y hacía mucho frío. Unas fotos de rigor (algunas las pongo por aquí abajo) y descenso hasta el refugio, donde nos sentamos a degustar "jota" (se lee "llota"). La jota es un plato típico de la Eslovenia de montaña, con col, judías y otros ingredientes. Con el hambre que tenía y en ese ambiente me gustó bastante, pero estoy seguro que en general es una comida que no sería de mi agrado. En fin, fue una experiencia increíble y algo que quería hacer en mi estancia por aquí. Habrá más experiencias de montañismo, y pronto.

Desde donde empezamos a caminar. Arriba a la
izquierda, entre nubes, se ve la cumbre que nos esperaba

Narciso se llamaba uno de mis abuelos

El refugio y parte de las vistas hacia Eslovenia

Hito fronterizo y vistas hacia Carintia

El hito de la cima

La jota eslovena, que no castellana

Por otra parte, el martes estuvimos en un concierto de los muchos que se celebran en Liubliana durante mayo, dentro de un programa estudiantil que se llama "Majske igre" ("juegos de mayo"), y que además de conciertos gratuitos al aire libre para que los estudiantes se pongan hasta el culo también organizan competiciones deportivas y demás. Este era en Rožnik y estaba hasta arriba de gente, preferiblemente ebria. Fuimos a ver a Jinx, un grupo croata de pop rock. El ambiente estaba bastante bien, pero el grupo, a pesar de que me parece que hace buena música, no creo que fuese adecuado para un concierto de esas características. Así que antes de que terminasen nos volvimos a casa, que ya era tarde. Y al día siguiente tenía que madrugar para pasar todo el día en Maribor, en un festival de voluntariado que había y en el que me pude juntar con otros voluntarios europeos a hacer algo de promoción de ello y a conocer muchas otras organizaciones. Se pasó bastante bien charlando, participando en juegos e incluso hablando en un escenario sobre lo que es el Servicio Voluntario Europeo. También me hicieron una entrevista (¡en esloveno!) para una radio de Maribor, y más o menos me defendí y pude explicar en lo que consiste de manera muy sencilla. Pero al final me preguntaron mi nombre, y yo, que creía haber entendido que si quería decir algo más, dije tan tranquilo "ne", con las consiguientes risas de la gente que me rodeaba. La verdad es que se agradecen los días así, en los que puedes ver a otros amigos voluntarios, conocer a otra gente y salir un poco de la rutina del voluntariado.

En el chiringuito en Maribor

lunes, 9 de mayo de 2011

Lep vikend

Este finde ha dado mucho de sí. Hemos hecho un montón de cosas, lo que se agradece, porque casi nunca es así. Aunque ahora con el buen tiempo la intención es que sí. Empezamos el viernes por la tarde-noche, con una barbacoa en Bodesče, en casa de Matija, un amigo de Monika. Dormimos en Zasip y el sábado por la mañana nos vinimos pronto para Liubliana a una cosa que llevábamos ya tiempo esperando, el "Pot ob žici" ("camino por la alambrada"). Esto es un paseo de 36 kilómetros que conmemora la liberación de Liubliana durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la ciudad estuvo ocupada por los fascistas italianos y los nazis alemanes. El nombre se debe a que la ciudad estaba totalmente cercada por una alambrada para evitar el libre tránsito. Actualmente, hay un camino que completa el círculo en memoria a ello ("Pot spominov in tovaristve", o camino de la memoria y la camaradería), lo que me recuerda mucho al anillo ciclista de Madrid, aunque no tengan mucho que ver. Este año era la 55 edición ya y la principal actividad era el paseo normal. Nuestra idea era intentar completarlo, pero nos surgió otro plan para por la noche, así que lo dejamos en diez kilómetros en un par de horas. A lo largo del camino hay casetas en las que te sellan una tarjeta de participación, y según vas completando recibes un pin y una medalla conmemorativos. Nosotros sólo pasamos tres puntos, así que nos quedamos sin nada. Pero repetiremos el año que viene. 

Las tarjetas de participación

Un tolai en el kilómetro 0

Después, un descansito en casa y 130 kilómetros de carretera (en los que nos sacamos unos euros, por llevar a dos personas a través de una página eslovena para compartir coches que funciona muy bien) hasta Maribor. El motivo era el concierto de los Klaxons, un grupo de Londres que a Monika le gusta bastante. El concierto era gratuito (bueno, un euro de donación) y estaba organizado por una compañía de telefonía móvil dentro de una serie de conciertos que realizan desde hace mucho tiempo ("Žur z razlogom", o fiesta con una causa). Había bastantes más bandas, pero entramos justo cuando terminaban los anteriores a los Klaxons, porque pasamos la tarde tomando algo y charlando con Igor, un amigo del erasmus en Viena que es de Maribor y al que no habíamos vuelto a ver desde entonces. El concierto estuvo bien, más el ambiente que la música en sí. Demasiado gafapasta para mí. Además, pude charlar un poco con algunos compañeros voluntarios. Nada más terminar el concierto, 130 kilómetros de vuelta, que se hicieron menos pesados de lo pensado.

Klaxons

Y para terminar, ayer estuvimos en "Arboretum", un jardín botánico a las afueras de Liubliana y que también tiene una exposición de dinosaurios. Algo para familias jóvenes, de lo que estaba lleno, pero pasamos un muy buen rato dando un agradable paseo y volviendo a casa justo cuando se acercaba Mordor (para algunos Mostar). Gran comilona en casa, algo de descanso y para cerrar el intenso fin de semana salimos por la noche a un concierto que había en la plaza principal de la ciudad. Era con motivo del Día de Europa, cosa que me la pela, y además del concierto, había unos discursos del alcalde de Liubliana y del presidente de la República. Me hace mucha gracia, porque aquí los políticos son bastante más accesibles (cosa de la pequeñez del país). Eso sí, igual de sinvergüenzas. El concierto era a cargo de la sección de cuerda de la Orquesta Sinfónica de la Radiotelevisión Eslovena, y el programa eran "Las cuatro estaciones" de Vivaldi. Conciertazo. Yo no entiendo mucho de música clásica, pero me pareció muy buena orquesta, con un mejor primer violín (el tío lo petaba). Y eso a pesar del frío que hacía. En fin, que a ver si hay más findes así.

Monika tiene un nuevo amigo

Simfonični orkester RTV Slovenija

lunes, 2 de mayo de 2011

A la tercera va la vencida

Este fin de semana era puente aquí, porque el Día de los Trabajadores aquí es un día muy importante y tiene dos días festivos, cosa de herencia comunista. Además, la noche del último día de abril y madrugada del primero de 1 de mayo se celebra con un gran fuego al estilo de la Noche de San Juan (lo que se llama Kresovanje). Este año no estuve, pero el año pasado estaba por aquí y me acerqué al de Zasip, que se hace en Hom, el monte bajo el que se encuentra el pueblo y mi gran enemigo del puente. La verdad es que se lía una buena, con una de las pocas ocasiones en que se junta todo el pueblo y hay orquesta en directo. Estos días los he dedicado a hacer nada, después de las dos semanas completitas que había tenido. Prácticamente lo único que he hecho ha sido salir con la bici. Me lo he tomado con calma y, por primera vez, he repetido ruta. La misma los tres días. En torno a 22 kilómetros en algo más de una hora saliendo desde Zasip y pasando Bled, Selo (lo único que no conocía de este recorrido), Ribno, Koritno, Bled una vez más y regreso a Zasip. Pero quería aderezar esta pequeña ruta con la subida a Hom, que la había hecho mil veces con Monika paseando a Kala (y antes a Šeri) y siempre había pensado que lo tenía que intentar con la bici. Arriba, además de una pizzería buenísima, hay unas espectaculares vistas del valle. Será una subida alrededor de los dos kilómetros y medio de largo, con un repecho durísimo nada más empezar (con revueltas incluídas) seguido de alguna zona más floja y algún descansillo y un kilómetro de pendiente continuada que supongo estará en torno al 9 por ciento o más. Pero la principal dificultad es que es un camino, con la cual la bici patina muchísimo. Y joder, me ha costado tres días, así que no estoy tan en forma como creía. El primero estuve a punto de coronar, me quedaría a unos cien metros. Me salí un poco del camino, la bici me patinó y se frenó y las piernas y la cabeza ya no me dieron más de sí. Eché el pie al suelo y me volví con el rabo entre las piernas. El día después ya iba con la moral comidita y con bastantes pocas fuerzas en las piernas, así que claudiqué en el repecho inicial. Una vergüenza. Hoy era la última oportunidad, y aunque me seguía teniendo comida la moral y creía que no lo iba a conseguir he logrado aguantar las tentaciones de dar media vuelta en el repecho del principio. Y después tirando de riñones y sin levantarme de la bici (error del primer día) he conseguido subir hasta arriba, lleno de satisfacción. Una fotito de las vistas y bajada vertiginosa a Zasip por la carretera (sí, la hay y mucho más corta, pero de una pendiente endiablada; algún día lo probaré). Creo que de nuevo se queda aparcada la bicicleta hasta dentro de dos fines de semana.

El valle a mis ruedas

Esto de propina. Ya salgo en los medios y todo. Es del
número 4 de Blejske novice, revista local de Bled,
sobre una actividad con Kresnička. Acompañado de
compañeros de curro, otros voluntarios, gente del centro
de Radovljica, jugadores del ACH Volley y los payasos
del conjunto Čupakabra

domingo, 1 de mayo de 2011

Visitas

Si no he actualizado antes es porque no he tenido tiempo. Pero esta vez por una buena razón. He tenido dos visitas prácticamente consecutivas, la primera de muy buenos amigos y la segunda de parte de la familia. Así que he exprimido las 24 horas del día al máximo durante dos semanas. Sin ánimo de enrrollarme voy a contar un poco lo que hicimos estos días y a poner una pila terrible de fotos, con mayor o menor calidad dependiendo si son de cámara o de móvil. La primera visita llegó la madrugada del 11 de abril, el Buah y Eduardo, amigos de la facultad que ya me estuvieron visitando también en Viena. Se preveía pasarlo muy bien, y aunque estos dos años desde la anterior visita se han notado y somos unos puretas totales, se pasó bien. Con ellos no dejé de trabajar en ningún momento, ni con las clases ni con el voluntariado, así que en algunos momentos fue un tanto estresante. Nos quedamos unos cuantos días en Liubliana y otros tantos en Bled, y visitamos tanto cosas que yo ya había visto como que no. Entre estas últimas estuvieron la subida a la torre del castillo de Liubliana y sus vistas, el genial paseo por un Vintgar cerrado y encantador (Vintgar es una garganta que forma el río Radovna al lado del pueblo de Monika y que yo ya había recorrido, pero hacía casi dos años y no de manera completa), Kranjska Gora (el resort de esquí más famoso de Gorenjska, la región de Monika) y un paseo hasta el lago Jasna, Zelenci (el nacimiento desde el subsuelo del río Sava, el más importante del país), Planica y la subida acojonante (tanto por el miedo como por lo espectacular) al salto de esquí más alto del mundo, el impresionante castillo de Predjama (que llevaba queriendo ver ya demasiado tiempo), las increíbles cuevas de Skočjan que son Patrimonio de la Humanidad (ya no en Gorenjska, sino en la región de Primorska, hacia la costa) y la sorprendente ciudad italiana de Trieste (donde pensábamos sólo dejar a Antonio y Eduardo para su vuelta a Venecia y nos acabó gustando mucho). Junto a todo esto, que no es poco, unos cuantos restaurantes descubiertos, 30 euros ganados al casino de Bled y, sobre todo, muchas risas y muchas tonterías dichas, que ya había ganas.

Desde el castillo de Liubliana

La garganta de Vintgar

Jasna, Zlatorog y los Alpes Julianos

El nacimiento del Sava

Pepinazo de salto

Por la tele parece más fácil

Predjama

La dolina de Skočjan

Ayuntamiento de Trieste

Y la segunda visita fue la de mis padres desde Madrid y mi hermana y su marido desde Londres. La mañana del 22 me pegué una buena paliza en coche (alrededor de 550 kilómetros) para recoger a mis padres en Venecia (el Daewoo Matiz aguantó como un campeón). Después mi hermana y Juan llegaban ya al aeropuerto de Liubliana. Con ellos nos lo tomamos con más calma e hicimos algunas cosas similares y otras diferentes, que había que variar un poco para no acabar muy quemados tampoco nosotros. Para estos días sí que me cogí vacaciones, que además coincidía con algunos días festivos por la Semana Santa y otras cosas. Los consuegros se conocieron, y más allá de la dificultad del idioma salió más que aceptable y lo pasamos bien. Entre las cosas a destacar el comer en un restaurante que tenía osos vivos en una jaula, la visita a Brezje el día de Pascua (Brezje es la basílica más importante de Eslovenia) con su desayuno típico de aquí antes y algo de misa en esloveno (es algo que me la suda, pero es curioso), las termas de Čatež (en la frontera con Croacia y donde yo ya había estado, pero no en la parte de afuera, donde lo pasamos genial con los toboganes) y las turísticas y enormes cuevas de Postojna. Mi hermana y mi cuñado se fueron un par de días antes y el último día con mis padres lo pasé en Venecia, que ellos tenían muchas ganas de conocerla. Yo ya había estado de pasada en una de mis anteriores venidas a Eslovenia, pero esta vez la pude apreciar con más tiempo, y vimos la catedral de San Marcos y el palacio ducal por dentro. Reconozco que es un lugar muy especial y la comida está muy buena, pero con tanto turista a mí me da un poquito de asco. Además, muchísimos italianos son realmente unos cretinos. Después, vuelta a Eslovenia con el autobús hasta Villach (ciudad austríaca cerca de la triple frontera) por un valle alpino precioso (recorrido que también había hecho ya muchas veces) y después en tren directamente a currar en el voluntariado. 

Pobre osito

La familia al completo en Brezje, con Monika
al otro lado de la cámara

Čatež es un complejo enorme

Columna en Postojna

Plaza de San Marcos, Patrimonio de la Humanidad

En fin, que ha sido un gustazo tener por aquí a la gente que quiero y que me quiere. Es lo que más echo de menos, mi gente. Ni la tierra, ni la forma de vida, ni la comida. Cuando se fueron no pude dejar de ponerme triste y de pensar en lo que Monika y yo hemos tenido que sacrificar por poder estar juntos. Echaré de menos decir tantas tonterías y tacos y las partidas familiares a Los colonos de Catán en la vuelta a la rutina eslovena.