sábado, 28 de septiembre de 2013

Bohinj vodni park

Prácticamente recién llegado y ante el inminente comienzo del nuevo año escolar había que usar un par de cupones con los que nos habíamos hecho hacía ya bastante tiempo. Un par de años atrás empezaron a aparecer en Eslovenia un montón de páginas webs que ofrecen cupones de descuentos para los servicios y productos más variopintos. Uno de los portales de más éxito es Kuponko. De vez en cuando está bien echar un ojo a las ofertas que tienen, porque se pueden encontrar cositas interesantes. Estos cupones en cuestión eran para el balneario de Bohinj, situado en el pueblo de Bohinjska Bistrica. Nos salieron a mitad de precio, por seis euros y medio podíamos pasar todo el día en sus piscinas. Y si soy sincero, tampoco habría merecido la pena pagar más. Se trata de un complejo bastante pequeñito, con un par de piscinas y jacuzzis dentro y uno de cada al aire libre. También tiene dos toboganes, pero lo más original es que en una pared sobre una piscina tiene un pequeño rocódromo, por cierto imposible de escalar a no ser que se sea un pro. Intenté dar un par de pasos unas cuantas veces, pero no hubo manera. En fin, no deja de ser un spa modesto y típico de lugares que simplemente quieren completar su oferta turística con un establecimiento de estas características. Además, tenía una de los rasgos que más odiamos en este tipo de lugares. El agua estaba casi fría, como ya nos pasó en Laško o en el balneario de Bled de nombre Živa, del que nunca he hablado en el blog. Para probarlo una vez no estuvo mal, pero dudo mucho que vayamos a repetir.


sábado, 21 de septiembre de 2013

Blednays Propaganda

Tengo un buen número de entradas pendientes, pero debido al Eurobasket (sobre el cual ya hablaré largo y tendido) el único tiempo libre que he tenido prácticamente desde que volví de mis vacaciones en España lo he dedicado a dormir. En los próximos días irán apareciendo poco a poco para dar continuidad a este blog que cumplirá tres años en breve. La noche anterior al mencionado viaje fue una toledana. Empezó en Bled, más concretamente en uno de sus bares, Kult, que sigue en pleno ascenso hacia la conquista de la noche junto al lago. Después de la decepción de la última vez, Bernays Propaganda se presentaban a la reválida conmigo. Y además en casa (no lo he dicho por aquí, pero desde julio y hasta nueva orden estamos de nuevo viviendo en Zasip). Allí estábamos Monika y yo, y poca más gente. Estaba un poco a la expectativa, pues no quería irme enfadado otra vez. Pero consiguieron devolverme la fe. No es fácil hacer un buen bolo en una sala con tan poca gente (y eso que la entrada era gratuita), aunque como público normalmente suelen ser los conciertos que más se recuerdan. Solo tocaron cincuenta minutos, pero soy consciente de que un grupo de sus características no pasará nunca de la hora sobre el escenario. Además alternaron temas de sus tres discos y me compré el último, de título "Zabraneta planeta", por solo cinco euros. Nunca me había hecho con uno de sus álbumes originales porque los había visto un poco más caros. Y la verdad es que mola tener un CD en cirílico. El próximo mes estarán otra vez en la carretera y caerá otra entrada sobre ellos. 

La cantante, siempre activa, dejó unas perlas dedicadas
al turismo que no entendí

Después de esto, la noche estaba lejos de acabar. Cruzando la medianoche Monika me llevó a Liubliana, donde me esperaba mi transfer de GoOpti, que definitivamente han llegado para quedarse como mi compañía de cabecera. Ya a la una de la madrugada empecé un viaje a través de una nueva ruta, dura como todas para salir de Eslovenia. Al menos pude dormir bastante en la furgoneta antes de llegar al aeropuerto de Bérgamo, hacia las cinco de la mañana. Solo empezaba a amanecer, pero el trajín que había en el pequeño aeropuerto era el mayor que he visto nunca hasta la fecha en uno. Entonces, un avión de Ryanair me llevaba directo a Madrid tras poco más de dos horas de vuelo, aterrizando ya cerca del mediodía. Fueron dos semanas las que pasé en España, a camino entre Juarros de Voltoya, Madrid y la provincia de Cádiz. La vuelta a Eslovenia la realicé con el mismo recorrido, pero tuve suerte y me tocaron las máximas cuatro horas de espera que ofrece GoOpti. Digo suerte no porque la espera sea algo deseable en este tipo de viajes, sino porque gracias a ello pude acercarme al centro de Bérgamo. El aeropuerto se encuentra bastante cerca de la ciudad. De hecho, la parte antigua se divisa desde la pista de despegue. Me había fijado a la ida y parecía una visita muy prometedora. Y no defraudó. Con la pesada mochila a la espalda me dirigí al autobús y durante unas tres horas pude pasear y disfrutar de una encantadora ciudad medieval italiana situada en lo alto de una colina. Cada esquina del casco antiguo era un lugar que podría perfectamente dejarte sin aliento. Cuanto más lugares de Italia ve uno más se da cuenta de que cada ciudad italiana es una auténtica preciosidad. 

Cada edificio es una obra de arte
Y sobre todos ellos destaca la capilla Colleoni
Los alrededores de Bérgamo son verdes y montañosos
Típica foto de tonto que viaja solo. La Bérgamo Baja
desde la Bérgamo Alta

domingo, 1 de septiembre de 2013

Tarvisio

¿Alguien se acuerda de aquella larga excursión en bici a la frontera italiana? ¿Sí? ¿No? En cualquier caso esta entrada es la continuación que siempre había deseado. En mi último domingo en Eslovenia antes de unas merecidas vacaciones en casa decidimos aprovechar el día soleado para una pequeña excursión en bici. No fuimos los únicos, porque la vía verde (nombre del tipo de carril bici que discurre por antiguas vías de tren, como bien me advirtió en su día mi amigo Samir) estaba a rebosar, tanto de eslovenos como de italianos. Al fin y al cabo era un plan dominguero total. Nos desplazamos una vez más hasta Kranjska Gora y allí iniciamos la ruta de en torno a los 20 kilómetros prácticamente divididos a partes iguales entre los dos estados. Fuimos a ritmo de excursión, disfrutando del camino a través del bosque y sus ligeras subidas y bajadas. Había pasado en coche o autobús varias veces por Trbiž (como lo llaman los eslovenos), así que ya más o menos sabía lo que me iba a encontrar. Se trata de una localidad de unos cinco mil habitantes y totalmente alpina, pues es la última ciudad italiana antes de la triple frontera que forman estos dos países y Austria. De hecho, las gentes que llenaban de vida las concurridas plaza y calle principal, con su feria y su mercadillo respectivamente, pertenecían mayoritariamente a estas tres nacionalidades. Y no solo los visitantes actuales, también los habitantes históricos de la población estaban así de mezclados, cosa que pudimos apreciar en las tumbas del cementerio alrededor de la iglesia fortificada, con lápidas en estos tres idiomas tan distintos entre sí y a la vez con tanta relación. Reflejo de esta interdependencia es también el trilingüismo de algunos carteles oficiales (hecho que me sorprendió muchísimo, pues hasta ahora no sabía que en esta zona había minorías étnicas eslovena y austríaca) y un festival trinacional que se iba a celebrar a los pocos días. Almorzamos y tomamos el mismo camino de vuelta.

La bonita e histórica iglesia de Tarvisio
El cartel del ayuntamiento tarvisiano. Al
italiano, el alemán y el esloveno hay que
sumarle el friulano, dialecto oficial en
toda esta región italiana
La edición del Giro de este año presentaba una salida en
Tarvisio y había varias bicicletas curiosas que aún quedaban
como decoración. Lástima que la etapa fue entre semana
y no me pude acercar en su día

Aunque la ruta no sería exactamente igual, pues un poco antes de la frontera hicimos un desvío de unos tres kilómetros, los dos últimos en clara ascensión, para llegar a un paisaje interesante. Cómo no, se trataba de un lago. Bueno, mejor dicho de dos. Se llaman lagos de Fusine (Belopeški jezeri es uno de los hasta cuatro nombres diferentes que reciben en esloveno) y son una auténtica preciosidad, sobre todo el inferior. Además, resultan ya un lago alpino de cierta altura, con más de 900 metros de altitud. Las montañas como fondo son un espectáculo digno de ver. Allí también estaba todo lleno de gente, disfrutando a la orilla, montando en bici, paseando por las orillas o remando en barca. Nosotros hicimos lo propio, excepto remar, y tranquilamente retomamos el camino de vuelta para dejar atrás un placentero plan dominguero.

El lago inferior de Fusine, estampa de belleza alpina
Es un placer pedalear por la vía verde
Al volver capté esta instantánea de la antigua estación
de Podkoren, penúltimo pueblo esloveno, ahora
reconvertida en casa particular