martes, 17 de julio de 2012

Slavoj Žižek

El libro que me amenizó el trayecto hacia Prekmurje, y al que di matarile entonces se trataba de otro título en español de autor esloveno. Pero en este caso, curiosamente, es un autor que no escribe en esloveno. Estoy hablando de Slavoj Žižek, máximo filósofo esloveno y uno de los grandes pensadores actuales de la "izquierda". Él escribe en inglés, y a partir de ahí sus obras se traducen a otros idiomas, incluído también el esloveno. Así pues, se pueden encontrar muchos de sus trabajos en nuestro idioma. Además, el pájaro está casado en segundas nupcias con una joven argentina que quita el hipo. No sé si vivirá en Eslovenia, pero es profesor titular de la Universidad de Liubliana. Y sí es famoso en el país, pero tampoco tanto. El libro que yo me he leído es "En defensa de la intolerancia", ejemplar de una colección que Público publicó hace tiempo y que me dejó el Buah. Es un ensayo en el que reflexiona sobre quién ejerce el poder en nuestra sociedad y otros temas de contenido social, como por ejemplo las relaciones sociales. Al principio me costó un poco cogerle el ritmo, pero al final me ha acabado gustando mucho. Hace reflexiones muy interesantes sobre los tiempos en los que vivimos. Pero si algo tiene de especial, son sus ejemplificaciones. Por ejemplo, crea una teoría sobre el Tamagotchi fascinante. En resumidas cuentas, que su lectura la calificaría de imprescindible en los tiempos que corren, especialmente para esa gente que necesita quitarse el velo que les cubre la inteligencia. Gente que nunca lo leerá. Os dejo con la portada de la edición que leí (ya que hay otras en español) y con un vídeo sobre una de sus reflexiones más famosas, comparando las grandes culturas europeas y sus retretes (en su gracioso inglés con subtítulos en español). Esto es algo grandioso y que yo, a nivel menor, ya había pensado alguna vez. Que por cierto, yo tengo retrete alemán en mi piso en Liubliana...



sábado, 7 de julio de 2012

Prekmurje

Escribo estas líneas desde Madrid, donde me encuentro para pasar dos meses. Después de casi dos años en Eslovenia me apetecía pasar un tiempo más largo aquí, con mi familia y con mis amigos, para recargar un poco las pilas. Si hay algo negativo en mi experiencia eslovena sigue siendo la falta de amistades. Pero no os preocupéis, volveré a Eslovenia, y con ganas. De eso se trata. No por estar aquí voy a dejar de actualizar el blog, porque algunas cosas se me han quedado en el tintero, y otras sucederán aquí que tengan relación con allí. No en vano la mayor parte de mi vida sigue en ese pequeño país. La última semana con Monini la pasamos en Prekmurje, una de las pocas regiones eslovenas en las que aún no habíamos puesto pie. Se trata de una pequeña región al nordeste, más allá del río Mura (de ahí su nombre), y que hace frontera con Austria, Croacia y Hungría. Se trata de una de las regiones más pobres del país, y sin duda la más agrícola. Es famosa por ser la única parte llana del estado. Que sirvan estas pocas informaciones como aperitivo del reportaje que encontraréis a continuación.


- Primer día: el despertador suena a las cinco de la mañana. Tenemos las mochilas preparadas, nos las echamos a la espalda y subimos al sillín. En bici vamos de Zasip a Lesce, donde empezará nuestra travesía en tren por toda la parte norte de Eslovenia. Acomodamos las bicis y que empiece la función. Leo, dormito, miro por la ventana, leo, voy al baño, vuelvo a mirar por la ventana. Todo para sobrellevar el lento traqueteo de los trenes eslovenos. Poco a poco nos vamos acercando a Prekmurje, dejando atrás importantes localidades como Laško, Celje, Ptuj... Llegamos a Ormož, junto al río Drava. A la otra orilla veo Croacia. El tren continúa y por fin cruzamos el Mura y empezamos a ver las colinas de Slovenske Gorice, donde se producen algunos de los mejores vinos eslovenos. Poco después el relieve se suaviza y por fin apreciamos las llanuras de Prekmurje (de hecho, esta parte geográficamente ya pertenece a Panonia). La predicción para hoy era mala y el cielo ha estado encapotado todo el día. Antes no tenía mala pinta pero cada vez está más gris. Murphy. Diez minutos antes de nuestro destino empieza a llover fuerte. Bajamos en Murska Sobota y no tiene pinta de mejorar. Nos quedan unos 7 kilómetros hasta nuestro destino y no nos queda otro remedio que pedalear bajo la lluvia. Al menos encontramos Moravske Toplice sin mucha dificultad, pero estamos totalmente empapados. Finalmente llegamos a nuestro alojamiento (Hostel Mavrica, barato y de calidad acorde al precio) y comprobamos que el equipaje no está tan húmedo como temíamos. Nos acicalamos rápido y salimos corriendo hacia el balneario. Encima la lluvia ha parado. Prekmurje es muy conocida por sus centros termales y probablemente Moravske Toplice ("las termas de Moravia") sean las termas más famosas de la región. Se descubrieron en 1981 y desde entonces su explotación ha sido inmensa. Tanto es así que incluso se cambió el nombre original del pueblo, que antes se llamaba simplemente Moravci. Todo en el pueblo gira en torno a las termas, con multitud de hoteles y alojamientos. Las principales son Terme 3000, para las cuales hemos comprado unos cupones muy baratos. Allí es donde pasaremos toda la tarde, disfrutando del agua calentita y sus burbujas. También de algunos de sus toboganes, pero no de todos, no de los más arriesgados. Esos quedarán para otro día. Volvemos al hostal anocheciendo y saldremos a dar un paseo para ver un poco más el pueblo.




- Segundo día: la previsión hablaba de una mejora climatológica, pero en las primeras horas de la mañana no parece así. Así que decidimos volver a Terme 3000 a relajarnos. Con el paso de las horas el tiempo mejora totalmente para dar por fin paso a un día veraniego. Me decido a probar ese tobogán amarillo que se puede ver en la foto. Se trata prácticamente de caída libre. Tú te metes arriba en una cápsula, de pie, sobre una trampilla que después se abrirá para dejarte caer y hacer un looping antes de llegar al agua. Lo pruebo dos veces. Se cae muy rápido, pero lo peor es la espera hasta que te sueltan y la frenada en el agua con los genitales. Con uno verde también muy alto y empinado, pero que es abierto, no me atrevo. Como el día ha mejorado mucho decidimos hacer la primera excursión en bici para descubrir Prekmurje. E iremos en dirección nordeste. La llanura de la cuenca del Mura dará paso a un nuevo terreno de colinas, al entrar en el Parque Regional de Goričko. Un auténtico sube y baja, precioso para ir en bici. Monika lo pasa sin muchos problemas. Resulta que Prekmurje no era tan llano después de todo. Llegamos hasta Selo para ver uno de los principales reclamos turísticos de Prekmurje: la "Rotunda". Es una pequeña iglesia redonda del siglo XII. Preciosa. Continuamos un poco más y nos acercamos a la frontera con Hungría. Aquí los pueblos tienen los nombres tanto en esloveno como en húngaro. De hecho, junto a la italiana, la minoría húngara es la otra que existe en territorio esloveno. Hacemos un último esfuerzo para llegar a la frontera con Hungría y hacernos unas fotos. Después volvemos a toda velocidad antes de que caiga la noche. El cuentakilómetros marca 30 kms. recorridos.




- Tercer día: el tiempo nos respetará hasta el final de las vacaciones, así que hoy es el día de probar otro balneario. Preparamos una vez más la mochila y el mapa para pedalear en otra dirección. Hoy toca oeste. El destino, Radenci, otro de los balnearios de la región, a 25 kms. de distancia. El camino es un sinfín de cruzar pueblos interminables dispuestos a lo largo de la carretera. Esperaba ver casas más pobres, pero, como en toda Eslovenia, las casas tienen un aspecto magnífico. Eso sí, hay muchas granjas. Y muchos más campos de cultivo que en cualquier otra parte de Eslovenia. La excepción llega en Rankovci, un pueblo de gitanos. Mucha más gente en la calle. Niños donde antes no se veía a nadie. Y casas de ladrillo visto mal construidas. Estos al menos viven en casas, dice Monika. Es entrar en un mundo diferente. Seguimos nuestro camino y nada más cruzar el Mura está Radenci. Cuatro horas estaremos en sus termas, mucho más pequeñas y con un montón de austriacos. La frontera está muy cerca. Esto es para viejos. Al salir, intentamos ver el pueblo, donde se produce Radenska, uno de los aguas minerales más conocidos de Eslovenia. Pero es muy feo y decidimos volver a "casa". En el camino me paro a fotografiar una de esas construcciones que he visto en tantos pueblos. No sé decir si se trata de iglesias, campanarios o capillas. Ya por la noche veremos el fútbol en el bar de abajo del hostal. Reunión de gañanes del pueblo.Y así comprobaré, más o menos, lo que dicen todos los eslovenos. Ni ellos mismos son capaces de entender a la gente de Prekmurje cuando habla.




- Cuarto día: hoy el día comenzará también con una última excursión en bici. Toca probar el sur, también hasta el río. Otra vez cruzar muchos pueblos y consultar en numerosas ocasiones el mapa. La primera parada la hacemos cerca, en Bogojina, para ver una iglesia de Jože Plečnik, el famosísimo arquitecto esloveno que dio forma a Liubliana. La iglesia es, sin duda, algo diferente. Más tarde pasamos Beltinci, una de las poblaciones más grandes de Prekmurje y de donde es Vlado Kreslin. Un poco más allá llegamos al Mura y su Otok ljubezni ("la isla del amor", toma ya). Visitamos uno de los pocos molinos de agua que quedan aún, de los muchísimos que había antes. Es enorme y aún produce harina. Al lado también hay una balsa que sirve como medio de transporte para cruzar el río, previo pago de la tarifa. Esto me lleva a tiempos medievales. En el camino de vuelta nos paramos a comer en el restaurante Oaza ("oasis), al lado de un pequeño estanque. Es superpijo, pero también muy barato. Una vez más puedo comprobar lo barato que es comer fuera en Eslovenia. La comida la he acompañado con un Brizganec, una bebida típica de aquí que mezcla el vino de Lendava, otra de las principales poblaciones de la zona, con gaseosa. Finalmente, volvemos a Moravske Toplice (otros 50 kms. en las piernas), para disfrutar una vez más de Terme 3000. Y hoy por fin me atrevo a probar el tobogán verde. Sin pensarlo mucho me tiro, que si no luego me rajo. Tampoco es para tanto. El otro era peor. Para cerrar el día salimos a comer Gibanica, el postre típico de Prekmurje. Tenemos que esperar una barbaridad, porque el bar está colapsado por los jugadores del NK Maribor, el equipo de fútbol más importante de Eslovenia. No, no está colapsado porque les pidan fotos y autógrafos, sino porque han pedido muchísimas pizzas. Por lo demás, nadie les hace ni caso. Me imagino a los jugadores del Madrid en un bar de pueblo en España...







- Quinto y último día: último amanecer en Prekmurje. Sólo queda hacer las mochilas y montarnos en las burras para volver a Murska Sobota. Murska Sobota tiene unos veinte mil habitantes y es la "capital" de Prekmurje. Está muy cerca del río y su nombre siempre me ha hecho mucha gracia, ya que se podría traducir por algo así como "sábado en el Mura". Nos damos una vuelta para verla un poco. Se trata de una ciudad de provincias, pero en ciertos aspectos bastante diferente al resto de ciudades eslovenas que he visto. Y no sabría muy bien decir por qué. En cuanto a monumentos, poco que ver. La plaza principal tiene un monumento que recuerda la liberación de la ciudad por parte de los rusos durante la Segunda Guerra Mundial. Y detrás, un bonito parque con un palacio. Y eso es todo, sólo queda volver al tren para iniciar el recorrido de vuelta, interminable y donde tendremos que coger hasta cuatro trenes. Han sido unas magníficas vacaciones.