martes, 19 de junio de 2012

Dirka po Sloveniji 2012

Y un año más llegó la vuelta ciclista a Eslovenia.


Y otro año más me eché a la cuneta en un par de ocasiones.


Como dije en la entrada anterior el sábado pasado era el día de Pokljuka, puerto de montaña al lado de Bled  y por el que nunca había pasado, ni siquiera en coche. ¿Qué mejor excusa que el paso del pelotón por allí para estrenarme? Así salí de Zasip y... ¡lo conseguí! Dije, y así lo pensaba de verdad, que no lo lograría. Nunca había subido un puerto de montaña duro de verdad y empezaba a dudar de que fuera capaz de ello, vistas mis prestaciones en subidas más llevaderas. Los datos de la escalada, ninguno de los que dije el otro día. Y tampoco los que venían en el libro de ruta de la prueba (que decía 20 kms. -¿de dónde se los sacan?- al 4,05 % de media), donde era catalogado como puerto de primera categoría. Según las señales eran 8 kilómetros de ascensión, y según mis apreciaciones yo diría que la media se situaría en torno al 6 % mínimo, si no más. Eso sí, un poco antes había un par de kilómetros también muy exigentes. La subida empieza fuerte, con 3 kilómetros muy constantes al 12 % que dan paso a un descansillo que es una bendición. En ese inicio ya tuve que empezar a subir zigzagueando (de hecho, hice 10 kilómetros de subida por eso). Pero conseguí aguantar y no cebarme. Sabía que en algún momento llegaría un descanso. Y vendría como agua de mayo. Eso sí, éste dio paso a otros tres kilómetros aún más exigentes, con rampas de incluso el 18 %. Yo seguí a mi ritmo, pensando aún que en algún momento tendría que echar pie a tierra. Pero los metros pasaban y yo continuaba sintiéndome bien. Sólo en algunos momentos lo pasé peor porque se me dormieron el gluteo izquierdo y la entrepierna. La espalda me dolía un poco, sí, pero nada horroroso. Y la respiración la supe controlar muy bien. Creo que esa fue la clave. En un momento dado la pendiente bajó un poco, volviendo a respirar aliviado. Y poco después vi el cartel que señalaba 500 metros para coronar. En ese momento me supe vencedor. Os podéis imaginar mi satisfacción. Una hora necesité para subir desde los 616 metros de altitud de Krnica, el pueblo donde empieza la ascensión, hasta los 1.255 de la pancarta de la montaña. Bueno, en realidad no había pancarta. Continué un poco para ver como es Pokljuka, de la que tanto había oído hablar. Mucho bosque y algún hotel por aquí y por allá. Bajé con el tiempo justo a esa rampa del 18 % para ver pasar a los ciclistas. Primero un grupo de escapados y después el pelotón, con los a la postre protagonistas Pozzovivo (del equipo Colnago, que ganó esta etapa) y Janez Brajkovič (Astaná), el mejor ciclista esloveno actual y que ganaría la vuelta al día siguiente. Después de ello continué con la bajada. Si nunca había subido un puerto evidentemente tampoco lo había bajado. Y los frenos de mi bici no son los mejores, así que no bajé muy rápido y a pesar de ello me llevé algún sustillo. Y también me hice con algunos botes que los ciclistas habían tirado durante la ascensión. ¡Siempre había querido hacerlo!

Un Sava, el equipo de Kranj,
sufriendo en el rampón

La vuelta a Eslovenia terminaba con una contrarreloj en Liubliana, más larga que la del año pasado. Allí me planté al solazo durante un par de horas para echarles unas fotos a los ciclistas y ver salir, pasar y llegar a todos ellos. Tanto salida como llegada estaban en Kongresni Trg, mientras que el circuito pasaba por diferentes partes del centro. La contrarreloj se la llevó el esloveno Koren (Liquigas). Me alegré por él. Aún recuerdo la decepción en su cara cuando el año pasado quedó segundo. Y Brajkovič confirmó su victoria en la clasificación general, aunque de manera muy justa (6 segundos), después de un pobre rendimiento contra el crono. 

Meta
Brajkovič calentando para la victoria
Klemen Štimulak, joven ciclista del equipo
esloveno Radenska, y el Nebotičnik,
el rascacielos de Yugoslavia
Un Liquigas y el ayuntamiento
Marko Kump, del Adria, equipo organizador de la vuelta,
con Prešeren

Un placer poder disfrutar de ciclismo en vivo otra vez. Creo que este año la vuelta a Eslovenia ha dado un paso más al frente. Han venido cinco equipos Pro-tour y buenos nombres. Muestra de ello son los ganadores, los ya mencionados más Ponzi (del Astaná) e Impey (Green Edge). Ha salido una prueba de mucha calidad. Tal vez le faltara un final en alto. A ver si en la próximo edición lo hay e intento yo también
conquistarlo.

El podio final

viernes, 15 de junio de 2012

Hasta que llegó su hora

Por fin. Ha tardado en suceder más tiempo del que debería y más del que tenía planeado, pero la venganza finalmente ha sido consumada. Aún recuerdo de manera muy vívida mi primera experiencia en bici por aquí, y la derrota moral que supuso bajarme en aquel kilómetro al 14 %. Ese día me juré a mí mismo que algún día me vengaría. Lo he ido postergando una y otra vez, porque no me venía muy bien para el recorrido o por otras razones. Pero principalmente por miedo. Por miedo a fracasar otra vez. Incluso el día que fui hasta Italia llamé a la asistencia técnica (o sea, Monika) por no enfrentarme a ella. Pero hoy ha llegado su hora y lo he conseguido. Ha sido duro, pero ya ha pasado. Le ha llegado su día porque quería entrenar (al igual que el otro día que fui a Kranj y volví; 70 kms.) para mañana. Mañana voy a ir por primera vez a Pokljuka, un puerto de primera categoría aquí al lado. He estado mirando por internet y son 12 kilómetros al 5 % de media aproximadamente. No lo voy a lograr ni de coña, pero por intentarlo que no quede. Permanezcan atentos a sus pantallas.

Descansa en paz

martes, 12 de junio de 2012

En el infierno

"De bajada a los infiernos más que solo ante el peligro", decía la canción. Ni una cosa ni la otra. Al final, el infierno resultó estar arriba, y a él me encaminé acompañado. El pasado viernes por fin hice una excursión con mis estudiantes mayores, algo de lo que llevábamos hablando ya un año. Una excursión en bici, claro. Tal vez estéis sorprendidos de que este año no esté dando la vara con mis rutas en bici. Hay varias razones para ello. La primera es que desde el septiembre pasado mi bici estaba estropeada y hasta hace unos fines de semana no la he podido arreglar. Cambio de plato (por la biela, que estaba rota) y nuevas cubiertas. La otra razón es que por ahora las rutas que he hecho han presentado poca novedad, y, por consiguiente, nada digno de contar. Pero pronto algo caerá, no os preocupéis. De todas maneras, esta excursión la hice con otra bicicleta. La que tengo en Liubliana, una bici de montaña vieja que me regaló un amigo. No es que sea la mejor bici para hacer deporte, pero tampoco es una tartana. Que, por cierto, me la robaron hace un par de semanas y la encontré tirada a 200 metros de mi casa (y ya me habían robado otra antes). Cosas de Liubliana. Total, que salimos desde Brezovica, un pueblo a las afueras de Liubliana. Algo así como una ciudad dormitorio a escala reducida. Desde allí haríamos un circuito de alrededor de unos 50 kilómetros, siempre a través de Ljubljansko barje. Esto es un parque regional alrededor de cierta parte de la capital. Se trata de algo así como un humedal causado por las cuencas de diferentes ríos que hace miles de años era un lago con un ecosistema y unas formas de vida muy especiales. Es algo bastante famoso aquí. Actualmente está en su mayoría ocupado por campos de cultivo y numerosos pueblos, por los que pasé. Como me ha caído más de una crítica por la retahíla de pueblos que menciono, me los ahorraré. Sólo decir que nunca dejará de sorprenderme lo rural que es Eslovenia, y que uno de esos pueblos se llamaba Pako, lo cual me causó cierto descojone.

Mi bici liublianense
En bici por Ljubljansko barje

El destino final era Pekel, cerca de Borovnica. Pekel es una garganta en el bosque que tiene hasta cinco cascadas. En el "gostilna" de rigor dejamos las bicis y caminamos un poco para ver las tres primeras cascadas. Como no podía ser de otra forma, un paraje muy bonito. Además, en invierno las cascadas son de hielo, ya que el agua se congela. No me importaría acercarme a verlo. Después, comimos en el infierno. Y, siguiendo las recomendaciones, me decanté por la trucha asada, magnífica, después de una sopa como entrante. Como postre, elección obvia. "Borovničeva torta". Es decir, tarta de arándanos. No cocinan tan mal en el infierno, oye. En fin, que fue una maravillosa excursión, por lugares tan cercanos que no conocía y disfruté mucho. Me fascina la energía que tienen las personas mayores a las que enseño español, tan activos siempre y con vidas tan interesantes para escuchar.

Restos de un viaducto en Borovnica
bombardeado por los estadounidenses
durante la Segunda Guerra Mundial
Mis estudiantes con su amigo el diablo
Comiendo en el infierno. Por si no lo habéis deducido aún,
 "pekel" en esloveno significa infierno