jueves, 3 de julio de 2014

Menuet za kitaro

Hacía mucho que no me leía un libro en esloveno. Y como siempre que me he planteado leerme uno en esta ocasión también ha supuesto un reto importante. He vuelto a leer una obra clásica de la literatura eslovena, en este caso del siglo XX, de título "Menuet za kitaro", publicada en 1975 por el autor Vitomil Zupan. El libro, cuya traducción a mi idioma sería "Minueto para guitarra", es la obra cumbre de este escritor y trata sobre las reflexiones de un partisano esloveno durante la Segunda Guerra Mundial y su lucha en las colinas contra los invasores nazis y los colaboracionistas locales. Precisamente por este tema me resultaba interesante, a lo que hay que sumar que Monika me hablaba maravillas de esta obra, que fue la que ella tuvo que leer para la selectividad. Pero el libro, de más de cuatrocientas páginas, me ha resultado, literalmente, soporífero. Es demasiado filosófico, lo cual en un idioma que no se domina al cien por cien es un impedimento. Si bien he disfrutado algunas partes con algo más de acción y no tanta reflexión, era coger el libro, leer un par de páginas y caer en un sopor como producido por un narcótico. Así me ha llevado el tiempo que me ha llevado terminarlo. Como detalle curioso decir que incluía algunas frases cortas en otros idiomas como el francés, el italiano, el alemán o la propia lengua de Cervantes.

domingo, 29 de junio de 2014

Aún quedan rincones por descubrir

Con frecuencia digo que ya conozco muy bien Eslovenia, y especialmente la región de Gorenjska. No me falta parte de razón, pero también se me llena la boca muy rápido. Y claro me quedó hace pocos días durante un domingo espléndido en el que pude descubrir un par de pequeños rincones en los que intentamos evadirnos del calor sofocante, ambos no muy lejos de casa. Empezamos el día paseando por un pequeño estanque junto a un palacio en el municipio de Preddvor. Un gran lugar para realizar un picnic o pasar el día junto al agua. Hay un hotel espectacular en la misma orilla y junto al palacio, que no es gran cosa, una bonita alameda que es típica para los recién casados para realizarse fotos de boda o para recorrerla con la novia en brazos del novio. 

El estanque, el hotel y el palacio en Preddvor
La alameda de los recién casados

Ya por la tarde nos dirigimos a Tržič, en cuya biblioteca ha estado Monika trabajando los últimos tres meses, así que yo también me he pasado largos ratos allí. De hecho, un día preparamos una "noche española" que fue todo un éxito, con comida típica cocinada por Monika y una presentación sobre diferentes aspectos del país de más de una hora realizada por mí en esloveno, lo cual fue un reto y una experiencia gratificante. La biblioteca lleva el nombre del poeta y traductor local Tone Pretnar y me obsequiaron con el libro de memorias sobre él publicado por la propia biblioteca, que me lo leí unos días después. Pero este día no nos acercamos a Tržič por la biblioteca, sino que queríamos visitar por primera vez el cañón que se encuentra a las afueras del pueblo, adentrándose en las montañas. Tiene el nombre en esloveno de Dovžanova soteska y goza del estatus de monumento natural. Su importancia es especial en el ámbito geológico, pues la violencia del arroyo ha creado varios estratos con diferentes tipos de rocas. Ver las enormes rocas en las fuertes pendientes del cauce tal vez sea lo más impactante, pues el cañón en si mismo es muy pequeño. En cualquier caso, es un gran destino para realizar una pequeña escapada a la naturaleza.

El pueblo tiene un interesante casco
histórico,pero muy mal conservado. Podría
estar mucho mejor si se conservase el
palacio del granmariscal Radetzky,
que se casó con una noble de Tržič
Poderosa imagen de Dovžanova soteska
Refrescante

miércoles, 25 de junio de 2014

Giro de la Slovenia

Este año el Giro volvía al Zoncolan y tenía la intención de regresar. Pero el miedo a que no fuera tan especial como la primera vez y, sobre todo, el hecho de que esta edición terminara al día siguiente a menos de diez kilómetros de Eslovenia, en la ciudad de Trieste, hicieron que me decantara por solo pasarme un día y ver la fiesta final de la ronda, algo que no había visto nunca. Además, este segundo plan contaba con el extra de poder ver con más calma esta preciosa y única ciudad a la que le dediqué solo un par de horas hace ya más de tres años que supieron a poco. Fuimos con más tiempo y pudimos disfrutar del arrobador palacio de Miramare a las afueras de esta ciudad que mezcla como ningún otro el estilo italiano y el austrohúngaro. También le dedicamos tiempo a caminar por el centro, enclavado entre el principal puerto del golfo de Trieste y las imponentes colinas colindantes. Apreciamos escasos ejemplos del supuesto bilingüismo de la zona (recuerdo una vez más que en Trieste hay una importante minoría eslovena y como tal su idioma tiene carácter oficial), además de recorrer sus bonitas calles del casco antiguo y su teatro romano, algo que ya vimos en aquella primera visita. Lo que no habíamos visto entonces fue el castillo, en lo alto de una colina y que domina el territorio, ofreciendo grandes vistas por un módico precio. 

Algo así junto al mar te quita el sentido
El centro de Trieste desde el castillo
La catedral de Trieste y un antiguo templo romano junto al castillo

Una vez realizado el turismo pertinente y según se acercaba la hora de los ciclistas nos acercamos al lugar elegido del circuito final por el que los ciclistas pasarían unas cuantas veces, un pequeño repecho. No había una enorme cantidad de gente en esta parte y pudimos encontrar un buen sitio en el que verlos de cerca. El ciclismo es uno de los deportes más desagradecidos para ver en directo. Son horas de tediosa espera junto a la carretera para verles pasar a toda pastilla durante escasos segundos o minutos. Esta vez al menos tenía la recompensa de verles pasar unas cuantas veces. Después de algunas vueltas nos pusimos rumbo a la plaza principal para ver el sprint final en las pantallas gigantes colocadas, pues la línea de meta estaba abarrotada. Espectacular fue el berrido que pegue para celebrar la victoria del esloveno Luka Mezgec, la primera para su país en el Giro. Y todo ello en un lugar con tanto simbolismo para la historia eslovena como es Trieste, donde de vez en cuando se dan episodios racistas contra los eslovenos. Curioso me resultó que los muchos eslovenos presentes allí no parecían tan exaltados y luego a nivel mediático no se le dio la repercusión merecida a tal éxito. Al final de etapa siguió una ceremonia final bastante descafeinada, en parte por el chaparrón que nos cayó encima (segundo de las mismas características para mí en sendas visitas al Giro) y en parte por una pésima ubicación del podio. ¡Con lo bonita que es la Piazza dell'Unità d'Italia! Los principales éxitos fueron para los colombianos, con Nairo Quintana del Movistar (si me decantara por un equipo ciclista, éste sería el mío) a la cabeza, enloqueciendo a la ingente cantidad de aficionados de este país entre el público. Casi había más que italianos. Fue todo un honor y una experiencia ver recibir a Quintana el trofeo de su primera grande de muchas que están por venir.

Así estaba ya la meta cinco horas antes de la llegada
Movistar guiando el pelotón
Gloria rosa para Nairo Quintana

domingo, 15 de junio de 2014

Celeia

Una semana después de pasar por Maribor volvimos a coger el coche en dirección a Estiria para pasar una nublada mañana de mayo en plan friki, jugando a un torneo de Los Colonos de Catán, el juego de mesa que ha ocupado muchas horas de mi tiempo libre en los últimos años. Fue en Velenje, esa ciudad que para nada se merece su fama de poco agraciada. Y lo pude comprobar de nuevo. Si la otra vez no pasé de las afueras, en esta ocasión pude pasear un poco por su núcleo urbano, con su castillo en lo alto de la colina y su centro histórico de fuerte carácter comunista, también arquitectónicamente hablando. Recordad que su nombre oficial antes era Titovo Velenje, así que no extraña la imponente estatua dedicada al líder yugoslavo en la plaza principal.

Con ustedes, el gran Josip Broz "Tito"

Después, aún con tiempo, decidimos aprovechar el viaje y visitar la última "gran" ciudad de Eslovenia que nos faltaba por descubrir y nos quedaba muy cerca. Se trata de Celje, la tercera urbe del estado en cuanto a habitantes se refiere, rivalizando con Kranj con en torno a las cincuenta mil personas. Celje es una ciudad de gran tradición histórica, pues el lugar ya fue habitado por los celtas con el nombre de Keleia en tiempos antes de nuestra era. Después siguió un rico desarrollo que hace contar a la ciudad actual con interesantes restos arquitectónicos. En la ciudad puedes ver desde restos romanos de la Celeia de entonces hasta medievales y de épocas más recientes. Especialmente importante fue el auge de la ciudad en la época bajomedieval, cuando se convirtió en un poderoso condado en el que los condes de Celje llegaron incluso a rivalizar con el emperador Habsburgo de Viena, de quien eran vasallos. Así, Ulrico II de Celje intentó hacerse con el trono imperial a mediados del siglo XV, muriendo en dichas intrigas y poniendo fin a la dinastía. Fue el mayor poder político internacional en la historia de Eslovenia y aún hoy lo recuerdan en su escudo con las tres estrellas, símbolo de los condes. Obviamente también se conservan en la ciudad muchos restos de aquel poderío. Destacan los restos del inmenso castillo (el más grande de Eslovenia) que domina el asentamiento. Se trata de un castillo semidestruido, pero el espacio realmente es grande y está conservado con bastante acierto. Además, la entrada es muy barata y las vistas son espectaculares. En cambio, no puedo decir lo mismo de los palacios pertenecientes a los condes situados al pie de la colina, que si bien no se encuentran en un estado lamentable, si podrían estar mucho mejor acondicionados y preservados. Todo ello formaría un precioso centro histórico. Me parece que en Celje no le sacan tanto partido a su patrimonio a nivel turístico como podrían hacer. Su historia se merece otra cosa.

Precioso paseo a la orilla del Savinja
Celjski dom, bonito edificio neogótico en dudoso
estado de conservación
Palacio antiguo de los condes. Veis a lo que me refiero, ¿no?
Vistas desde el castillo hacia el casco antiguo
Preciosas colinas en los alrededores. Escondida entre ellas
está Laško, muy similar a Celje

miércoles, 11 de junio de 2014

La trojka

El evento que recuerda el estado de Liubliana durante la Segunda Guerra Mundial no vive solo de caminar. También hay una carrera popular en tríos que pueden recorrer una distancia de 12,5 o 29 kilómetros. Monika y yo, junto a otra amiga, decidimos probar el camino de otra forma (si bien los trazados apenas coinciden), por supuesto en la distancia corta. A la carrera se apunta muchísima gente, pues es una de las pocas de inscripción gratuita, y el ambiente es magnífico. Por esto mismo no es el mejor lugar para correr, pues hay demasiadas piernas que esquivar. El trazado da una pequeña vuelta por Liubliana y tiene su punto álgido en la ascensión y el descenso a la colina de Golovec. No pudimos correr toda la cuesta y tuvimos que andar algo, lo cual repercutió en nuestro tiempo. Al final 1:29:17, tirando hacia el final de la clasificación. Pero no era el tiempo el objetivo, sino completar el recorrido y disfrutar. Y eso se cumplió con creces. Hablando de carreras, tengo que mencionar que por segundo año consecutivo me apunté a la carrera al castillo. Esta vez lo hice con un compañero de trabajo y el tiempo fue similar al del año pasado, 12:20.6. Mi objetivo era mejorar el tiempo y las sensaciones, así que me salió como quería.

Dorsales, dorsales...

El día del trío no acabó con la carrera, sino que después nos marchamos en coche a Maribor, a visitar a unos amigos que viven allí y a ver el concierto de Rutinmütét, la banda de mi amigo húngaro al que visité hace no mucho. El concierto era por supuesto en la sala Gustaff de Pekarna, la Metelkova de Maribor. Lo disfrutamos, y es que hacen un funk-rock muy bueno, pero estábamos bastante cansados. El finde allí también lo aprovechamos para pasear por una cada vez más decadente Maribor, visitando una vez más su bonito y vacío centro, pero también viendo por primera vez lugares interesantes de la ciudad y algo más apartados, como el Ljudski vrt, el estadio del NK Maribor y templo del modesto fútbol esloveno, o la colina Piramida, con unas bonitas vistas sobre la ciudad.

El ayuntamiento de Maribor, desde donde supuestamente
Hitler dio un discurso en la Segunda Guerra Mundial
Bonita Piramida con sus viñedos
Vistas desde Piramida sobre el centro de Maribor.
Al otro lado Pohorje y la pista de Zlata Lisica
En "el jardín del pueblo" también juega la mayoría
de sus partidos la selección eslovena
Aquí Rutinmütét en acción, quienes tuvieron como teloneros a
unos locales de nombre V okovih y que me dejaron indiferente