domingo, 1 de mayo de 2011

Visitas

Si no he actualizado antes es porque no he tenido tiempo. Pero esta vez por una buena razón. He tenido dos visitas prácticamente consecutivas, la primera de muy buenos amigos y la segunda de parte de la familia. Así que he exprimido las 24 horas del día al máximo durante dos semanas. Sin ánimo de enrrollarme voy a contar un poco lo que hicimos estos días y a poner una pila terrible de fotos, con mayor o menor calidad dependiendo si son de cámara o de móvil. La primera visita llegó la madrugada del 11 de abril, el Buah y Eduardo, amigos de la facultad que ya me estuvieron visitando también en Viena. Se preveía pasarlo muy bien, y aunque estos dos años desde la anterior visita se han notado y somos unos puretas totales, se pasó bien. Con ellos no dejé de trabajar en ningún momento, ni con las clases ni con el voluntariado, así que en algunos momentos fue un tanto estresante. Nos quedamos unos cuantos días en Liubliana y otros tantos en Bled, y visitamos tanto cosas que yo ya había visto como que no. Entre estas últimas estuvieron la subida a la torre del castillo de Liubliana y sus vistas, el genial paseo por un Vintgar cerrado y encantador (Vintgar es una garganta que forma el río Radovna al lado del pueblo de Monika y que yo ya había recorrido, pero hacía casi dos años y no de manera completa), Kranjska Gora (el resort de esquí más famoso de Gorenjska, la región de Monika) y un paseo hasta el lago Jasna, Zelenci (el nacimiento desde el subsuelo del río Sava, el más importante del país), Planica y la subida acojonante (tanto por el miedo como por lo espectacular) al salto de esquí más alto del mundo, el impresionante castillo de Predjama (que llevaba queriendo ver ya demasiado tiempo), las increíbles cuevas de Skočjan que son Patrimonio de la Humanidad (ya no en Gorenjska, sino en la región de Primorska, hacia la costa) y la sorprendente ciudad italiana de Trieste (donde pensábamos sólo dejar a Antonio y Eduardo para su vuelta a Venecia y nos acabó gustando mucho). Junto a todo esto, que no es poco, unos cuantos restaurantes descubiertos, 30 euros ganados al casino de Bled y, sobre todo, muchas risas y muchas tonterías dichas, que ya había ganas.

Desde el castillo de Liubliana

La garganta de Vintgar

Jasna, Zlatorog y los Alpes Julianos

El nacimiento del Sava

Pepinazo de salto

Por la tele parece más fácil

Predjama

La dolina de Skočjan

Ayuntamiento de Trieste

Y la segunda visita fue la de mis padres desde Madrid y mi hermana y su marido desde Londres. La mañana del 22 me pegué una buena paliza en coche (alrededor de 550 kilómetros) para recoger a mis padres en Venecia (el Daewoo Matiz aguantó como un campeón). Después mi hermana y Juan llegaban ya al aeropuerto de Liubliana. Con ellos nos lo tomamos con más calma e hicimos algunas cosas similares y otras diferentes, que había que variar un poco para no acabar muy quemados tampoco nosotros. Para estos días sí que me cogí vacaciones, que además coincidía con algunos días festivos por la Semana Santa y otras cosas. Los consuegros se conocieron, y más allá de la dificultad del idioma salió más que aceptable y lo pasamos bien. Entre las cosas a destacar el comer en un restaurante que tenía osos vivos en una jaula, la visita a Brezje el día de Pascua (Brezje es la basílica más importante de Eslovenia) con su desayuno típico de aquí antes y algo de misa en esloveno (es algo que me la suda, pero es curioso), las termas de Čatež (en la frontera con Croacia y donde yo ya había estado, pero no en la parte de afuera, donde lo pasamos genial con los toboganes) y las turísticas y enormes cuevas de Postojna. Mi hermana y mi cuñado se fueron un par de días antes y el último día con mis padres lo pasé en Venecia, que ellos tenían muchas ganas de conocerla. Yo ya había estado de pasada en una de mis anteriores venidas a Eslovenia, pero esta vez la pude apreciar con más tiempo, y vimos la catedral de San Marcos y el palacio ducal por dentro. Reconozco que es un lugar muy especial y la comida está muy buena, pero con tanto turista a mí me da un poquito de asco. Además, muchísimos italianos son realmente unos cretinos. Después, vuelta a Eslovenia con el autobús hasta Villach (ciudad austríaca cerca de la triple frontera) por un valle alpino precioso (recorrido que también había hecho ya muchas veces) y después en tren directamente a currar en el voluntariado. 

Pobre osito

La familia al completo en Brezje, con Monika
al otro lado de la cámara

Čatež es un complejo enorme

Columna en Postojna

Plaza de San Marcos, Patrimonio de la Humanidad

En fin, que ha sido un gustazo tener por aquí a la gente que quiero y que me quiere. Es lo que más echo de menos, mi gente. Ni la tierra, ni la forma de vida, ni la comida. Cuando se fueron no pude dejar de ponerme triste y de pensar en lo que Monika y yo hemos tenido que sacrificar por poder estar juntos. Echaré de menos decir tantas tonterías y tacos y las partidas familiares a Los colonos de Catán en la vuelta a la rutina eslovena.

2 comentarios:

  1. Tío, manda huevos que no fueras a misa aquí y luego te la tragues (la misa) en esloveno. Menos mal que conservas intacta la capacidad de localizar a los cretinos y decirlo sin acritud, ¡sino pensaría que te han cambiado por otro!

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  2. Puffft, a ver si esta semana escribo yo algo. Que últimamente con el curso ando liado...
    ... a ver si es verdad lo que dijimos y dentro de dos veranos volvemos!!! Pero para ese año hay que estar en forma, que el Triglav nos espera.

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