Ya avisé el año pasado, que en 2012 volveríamos a por más a este camino alrededor de Liubliana que conmemora acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. No me voy a repetir mucho sobre su contenido, ya que para eso podéis leer la entrada de entonces. Solo precisar que no se trata de 36 kilómetros, como dije en su momento, sino de 32,6 para ser más exactos. Pero nosotros, porque somos más listos, lo que hicimos fueron unos 36. No es que quisiéramos hacer kilómetros de más, pero es que nos sumamos al camino en el punto más cercano a casa, sin empezar desde uno de los puestos de control. Así que por el primero por el que pasamos fue en el que nos dieron la tarjeta de control, y tendríamos que volver hasta a él para completar el círculo y conseguir el ansiado recuerdo. Yo iba con bastantes reservas acerca de si seríamos capaces de finalizarlo. Monika pensaba que estaría chupado. Al final, ni pa ti ni pa mí. Empezamos un poco después de las nueve de la mañana, con un sol de justicia que iría aumentando la temperatura hasta casi los 30 grados. Empezamos desde nuestro barrio, Šiška, continuando en dirección hacia Bežigrad, Nove Jarše y el resto de barrios del este y sur de la ciudad, justo la parte que apenas conozco. Por eso esta parte fue la más interesante para mí. Pude ver parte del interior del cementerio de Žale, el más grande (mucho más de lo que pensaba) y monumental de Liubliana. El círculo iba en muchos momentos paralelo a la carretera de circunvalación de la ciudad, hecho por el que me recuerda aún más si cabe al Anillo Verde Ciclista de Madrid. La única dificultad del camino, por lo demás llano, es la subida y correspondiente bajada de Golovec, una de las colinas liublianenses. Creo que la cogimos en el momento justo, hacia la mitad del esfuerzo. Después, enfilamos hacia el oeste. A partir de los 20 kilómetros se empezaba a notar el cansancio. A partir de los 25, el dolor. A partir de los 30, el averno. No queríamos parar a descansar, conscientes de que si lo hacíamos, no habría quien arrancase el motor de nuevo. A la fiesta se añadió la tormenta. Así pues, la última hora y media la caminamos bajo la lluvia. Al final llegamos a nuestra meta después de siete horas de caminata, y en un autobús nos desparramamos hasta casa, con dolores en toda la parte inferior del cuerpo. Pero he de decir que las agujetas no han sido nada del otro mundo. Os dejo con algunos documentos gráficos de la hazaña.
Uno de las 102 columnas conmemorativas iguales distribuidas a lo largo del camino |
Parte del camino es también parte del Camino de Santiago. Sí, amiguetes, también hay Camino de Santiago en Liubliana. ¿Y dónde no? |
¡Catacrocker! |
Así se le queda a uno la cara después, por mucha medallita conmemorativa que le den |
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