miércoles, 27 de noviembre de 2013

¿A las montañas en noviembre? Sí, se puede

Pero de forma modesta. No puedes liarte la manta a la cabeza y fliparte en versión Juanito Oiarzábal. No estaba en mis planes hacer nada de montañismo con el invierno a las puertas, pero las oportunidades surgieron, así que ¿por qué no? La primera de las ocasiones, a mediados de mes, fue a Kriška gora. Esta montaña forma parte de los Alpes de Kamnik y de la Savinja, pero ni mucho menos se trata de una de sus mayores manifestaciones. Su pico más alto (Tolsti vrh) no supera los 1.715 metros de altitud. Además, nosotros no llegamos hasta allí arriba, sino que solo hasta el refugio de montaña, que se sitúa a los 1.471 metros. No era plan de forzar, y es que fui con los niños de cuarto curso y con el profesor de Educación Física. Empezamos en el refugio alpinista (891 mt.) de la aldea de Gozd, cuyo significado literal es "bosque". Realmente es una aldea pequeña y agrícola dentro del bosque. Por cierto, el asentamiento fue incendiado completamente por los malos durante la Segunda Guerra Mundial. La subida nos llevó algo más de una hora. A ritmo lento y con muchas paradas, pero en general los chavales se defendieron muy bien. Están acostumbrados a estas cosas, porque las excursiones a las montañas están a la orden del día entre las familias jóvenes eslovenas. El tiempo se portó, y a pesar de que estaba nublado se pudieron apreciar las vistas sobre todo el valle del Sava. Justo cuando iniciabámos el descenso la niebla empezó a caer sobre la montaña, consiguiendo así evitarla. Tuvimos mucha suerte, porque al día siguiente estas cumbres ya estaban cubiertas con nieve.

El refugio de abajo
El refugio de arriba
Y las vistas

La segunda ruta fue incluso más modesta y además ya la había hecho en una ocasión anterior hace bastante tiempo. En un espléndido día soleado de finales de noviembre y de forma totalmente espontánea nos dirigimos a Talež, uno de los montes que forma parte de la meseta de Jelovica y típico miradero sobre Bled. La subida, a buen ritmo, dura poco más de media hora. En este caso tampoco llegamos (con Monika y Nina, una buena amiga suya) a la cima, a 883 metros y curiosamente también con el nombre de Tolsti vrh, sino que paramos en el refugio de cazadores (715 mt.), que tiene una decoración un tanto siniestra y unas vistas espectaculares sobre Bled y su lago. Allí nos tomamos uno de esos magníficos tes que sirven en todo refugio de montaña que se precie y, además, me comí una blejska grmada, el otro postre típico de Bled. Sí, hay vida más allá de la kremšnita. Creo que había probado ya esta tarta de cacao, galleta y vainilla, pero no lo recuerdo, síntoma de que cualquier cosa sabe mejor en las alturas después de un buen esfuerzo.

Té y postre, combinación ganadora
Desde Talež

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