miércoles, 5 de septiembre de 2012

La Vuelta

Ya estoy otra vez en Eslovenia, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Genial estar de nuevo con Monika y echando de menos a las personas dejadas allí. Pasar tanto tiempo en España después de dos años aquí ha sido, cuando menos, una experiencia emotiva, y he podido disfrutar de los amigos y de la familia de manera más pausada. Espero haber recargado las pilas para una nueva temporada. Estoy aquí para afrontar el que ya será el tercer año, así con la tontería. Manténganse atentos a su pantalla para estar al corriente de todo.

Esta vez hice un nuevo recorrido para viajar a Madrid. Sí, todavía me quedan vías por explorar. El billete lo compré con mucho tiempo, así que me salió por un precio bastante asequible a pesar de ser verano. Y lo que compré fue con Alitalia desde el aeropuerto de Trieste (Aeropuerto Friuli Venezia Giulia o Ronchi dei Legionari, bastante alejado ya de Trieste) a Madrid, con escala en Roma (Fiumicino). La verdad es que la escala es super corta, con lo cual el viaje no resulta excesivamente largo. Bueno, eso al ir, que me llevaron al aeropuerto en coche. Al volver ha sido otra historia. Todo bien hasta Trieste, a pesar de los horarios intempestivos (que por algo son los más baratos). La odisea comenzó allí. Había reservado un transfer con la compañía eslovena DRD. No sé si lo he dicho en alguna ocasión anterior, pero en Eslovenia hay un montón de compañías de este tipo, ya que los aeropuertos del país son una pena y la mayoría de los eslovenos viajan desde aeropuertos italianos o austríacos. Yo ya he usado un par de ellas, y ésta incluso la había usado en una ocasión desde Venecia, sin mayores complicaciones. Pero en esta ocasión, también por mi culpa de haber reservado con muy poco tiempo y de mala manera, todo fue mal. Tenía que esperar un par de horas desde mi vuelo hasta que me recogieran, pero tuve que esperar una hora más porque el autobús llegó con retraso. Son cosas que pasan, pero llamé al teléfono de atención y la verdad es que me daban poca información, lo cual me cabreó bastante. Bueno, el autobús finalmente llegó. Al menos una cosa buena, pagué solo diez euros (que para mí que fueron directamente al bolsillo del conductor) cuando debería haber pagado 20. Pero no me dio billete ni nada. Entré al autobús y la verdad es que la atmósfera era un poco rara. Después, en Italia fuimos por carreteras secundarias y no por autopista. Pero lo peor estaba por llegar. Cuando nos acercábamos a Liubliana entramos en un área de descanso para que algunos pasajeros cambiaran de transporte. Error. Había un enorme control de policía que nos acabaríamos comiendo. Estaban parando a autobuses y furgonetas de países de tradición inmigrante (Bulgaria, Rumanía, Macedonia, Ucrania...). Eslovenia es un cruce de caminos y sus carreteras sirven para conectar el occidente de Europa con el oriente. Les registraban todo, hasta extraían la gasolina del coche para analizarla. Y nos acabó tocando. Una hora y media estuvimos parados porque la empresa no tenía los papeles en regla. Fue una experiencia curiosa, pero lo peor era la falta de información. Hablé con otros viajeros y alguna persona mencionó que no era la primera vez que sucedía esto con esta empresa. Así que si pensáis viajar con ellos, tenedlo en cuenta. Finalmente arrancamos de nuevo y llegué a mi destino: Monika.

Esto es todo lo que vi de Roma :D

Aeropuerto Friuli-Venezia Giulia

Yo dejé Eslovenia como un país más civilizado

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