En el mercadillo de navidad del Rathaus |
Al principio, el primer día se me hizo un poco raro volver a estar allí, y al pasar por cada rincón de la ciudad (como ocurriría durante el resto del fin de semana) me venían mil recuerdos a la cabeza. Por supuesto, que para Monika y para mí era especial volver allí juntos. Además, había pasado bastante tiempo. El viaje lo hicimos en tren desde Lesce hasta Viena, cruzando gran parte de Eslovenia con paradas en Liubliana y en Maribor, la segunda ciudad más grande del país y que aún no conozco. En torno a las ocho horas de viaje, las últimas realizadas en un compartimento lleno de mujeres mayores eslovenas que no se callaban ni debajo del agua. Al menos, como me dijo Monika, no las entendía. El paisaje, pues todo nevado. Me daba la impresión de estar haciendo el transiberiano. Pero más frío pasé en Viena. Allí hace muchísimo más frío que en Eslovenia. Viena es una ciudad muy ventosa. A pesar de que las mínimas fueron de cinco grados bajo cero la sensación térmica era mucho peor debido al viento.
Foto en el intercambio de trenes en la estación de Maribor |
¿Y qué hicimos? Pues recordar viejos tiempos, volver a “nuestra” ciudad, pasear por el centro y por la ciudad (el Ring, Rathaus, Stephensplatz, Mariahilfer Strasse...). El tiempo que pasé en Viena fue de febrero a agosto, por lo que nunca había estado en período prenavideño. Es increíble la cantidad de gente que había en las calles (nunca había visto la ciudad así) y la cantidad de mercados navideños que había, llenos de diferentes comidas, bebidas y decoraciones. No nos pudimos permitir mucho, pues nuestra economía sigue más que maltrecha, pero no dejamos escapar el tomarnos un “Glühwein”, el vino cocinado con especias y caliente tan famoso de Centroeuropa (y que ya había probado en su versión eslovena, el “kuhano vino”). Por supuesto fuimos a Deewan, el increíble restaurante pakistaní que ambos amamos y salimos de fiesta al Chelsea. Más de lo mismo de lo que hacíamos habitualmente durante el Erasmus. Y vimos a Adjima (de hecho, dormimos en su casa) y a Ivan, amigos del Erasmus que han vuelto a vivir a Viena, y también a Laurens (el mejor de los austríacos que he conocido), a Nikolina y a Tanja (que también estaban pasando allí el fin de semana desde Zagreb y Belgrado)...
En el Chelsea |
Fue muy bonito volver a Viena, recordar la ciudad, con sus cosas buenas y malas, y especialmente hacerlo con Monika. Evidentemente me quedé con ganas de pasar más tiempo allí. Ya veremos en un futuro si se da el caso.
Dulce regreso a Viena, ;-)
ResponderEliminarEs siempre genial poder volver a ese sitio donde cambió la vida de uno. Pero lo importante es lo que aún queda, lo que uno tiene, lo que uno puede hacer, etc. Siempre con una sonrisa David.
@ Jita: Sí que estás moñas, sí... Y tú todavía no sabes lo genial que es volver.
ResponderEliminar@ Changarrillaaaaaaaaa: tengo ganas de verooooooos :P Tíooooo, yo paso del Glüwine :S con lo mal que huele... :S
No tienes ni idea Julia. ¡Está de puta madre!
ResponderEliminarCalla, calla :S es que de verdad sólo de olerlo se me revuelven las tripaaaaarsls... uy, y me olvidé de la h de Glühwine :S
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