viernes, 31 de diciembre de 2010

Veseli december

Después de otra breve visita a casa me dispongo a cerrar el año en Eslovenia. Esta vez fui a España y volví volando desde Venecia, como casi siempre. Pero al ir probé un itinerario nuevo. Cogí el famoso tren nocturno entre Liubliana y Venecia. Me habían hablado fatal de él, pero a mi la verdad que salvo el horario intempestivo me pareció de puta madre. Muy barato y además dormí casi todo el viaje, que para mí es una auténtica proeza. Este mes de diciembre se destaca, aparte de por las cosas que ya os he contado, por haber empezado el voluntariado. No he hablado mucho de ello. Trabajo en Lesce, que es un pueblo al lado de Bled, de unos cinco mil habitantes. El pueblo no es muy bonito, y me llama la atención que no tiene centro histórico, tan solo la iglesia. Trabajo en una casa de acogida que se llama Kresnička (luciérnaga). Mi horario es de 3 a 7 durante la semana. Estas semanas han sido de adaptación, pero creo que no haré mucho. La verdad, me aburro un poco. Pero cuando me siento así pienso que gracias a esto puedo estar aquí en Eslovenia (si es que me empiezan a pagar algún día; vamos haciendo progresos en ese aspecto). Estos días lo que he hecho ha sido decorar frascos, botellas y cosas así para un mercadillo de navidad que tuvimos al lado de la iglesia del pueblo (¡joder qué frío pasé!) y estar con las dos niñas que había, una de las cuales ya se ha ido. No puedo hablar mucho con ellas, ya que prácticamente no entienden inglés. Pero por otra parte eso está genial, porque el poco esloveno que sé (llevo bastantes semanas sin estudiar) lo practico. Sigo confiado en que dentro de unos meses lo hablaré. Otra cosa que hice en el trabajo fue ir a una cena de navidad, que sí, aquí también se hacen. Fuimos a un restaurante del pueblo que se llamaba Leški dvor (Salón de Lesce), donde comí unos "čevapčiči" cojonudos, unas salchichas de carne picada típicas de los Balcanes. Pude ver a todos mis compañeros de trabajo juntos y hubo también amigo invisible.

No se aprecia muy bien, pero hay casetas a la orilla del lago

Y a parte de esto pues os puedo contar algo de cómo es la navidad aquí. En general, gracias a la magnificencia de la globalización pues es prácticamente igual que en todas partes. Decoración con luces navideñas, árboles, dulces, etc. Aquí no hay turrones ni cosas de esas, se come "potica", que es un bollo muy típico esloveno y que a mí no me acaba de convencer, chocolate y demás. Tampoco se celebran los Reyes Magos, sino que se celebra San Nicolás (que es el 6 de diciembre), Papá Noel y también, lo más curioso, "Dedek Mraz", el abuelo frío. Este último es típico en la culturas eslavas y tiene mucha influencia comunista. En realidad, se podría decir que es el Papá Noel comunista. Su día es Nochevieja. Y aquí cada familia pues da los regalos y celebra más el que mejor le parece, según la influencia de la religión, del comunismo (durante Yugoslavia no había religión), etc. Ayer ví a Dedek Mraz en su carroza mientras dábamos una vuelta por Bled, alrededor del lago. Supuestamente había mucha gente dando la vuelta al lago con antorchas, pero sólo vimos unas pocas. Además hubo fuegos artificiales y algunas casetas de diferentes asociaciones con, por supuesto, "kuhano vino". Por cierto, me he dado ya un par de buenas hostias gracias al hielo. La de ayer fue de campeonato. En la próxima entrada ya os contaré qué hago esta noche.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Prostovoljec v Gorišku Brdu

Y para terminar de ponerme al día, os voy a contar el fin de semana pasado. Aunque fue más que un fin de semana, fueron cinco días en Goriška Brda, que es un municipio en la frontera con Italia. Aquí los municipios funcionan bastante diferente. El poblamiento en Eslovenia es bastante disperso. El 66 % del país está cubierto por bosque, por lo que cuando hay claros siempre hay casas, que suelen estar alejadas bastante la una de la otra. Aquí se considera que cuanto más sóla esté tu casa, mejor. Por eso hay muchísimos pueblos, de mayor o menor tamaño. Y evidentemente, no todos los pueblos forman su propio municipio. De hecho, ninguno. Por lo que la división municipal se realiza con una agrupación de pueblos en torno al de mayor tamaño, formando algo que podría ser como una comarca. En el caso de Goriška Brda no sé exactamente, pero supongo que está en torno a los veinte pueblos o más, porque allí sí que los pueblos eran realmente pequeños. El trayecto lo hice en tren, y al final conocí a alguna de la gente que iba a hacer lo mismo que yo. El viaje fue larguísimo, con conexión en Jesenice incluída. Fueron alrededor de cuatro horas, que si bien no es tanto cuando vas a la otra punta del país sí lo es cuando el país es Eslovenia, que no tiene tantos kilómetros. Desde Ljubljana marché hasta Nova Gorica, capital de la región (Goriška) y una "ciudad" que quería visitar por su historia. Y es que está dividida en dos, una parte italiana (Gorizia) y otra eslovena, desde la Segunda Guerra Mundial. No ví más allá de la estación de tren eslovena, que está justo en la frontera, pero pude apreciar que todavía hay una valla que separa las dos ciudades en casi todas partes. Pero volveré con el buen tiempo, seguro. Por cierto, desde allí un taxi nos llevó, cruzando varios kilómetros por carretera italiana, hasta nuestro lugar de estancia.

Plaza de Europa, justo a la salida de la estación de tren de
Nova Gorica. Se construyó de manera conmemorativa en
2004, con la entrada en la UE de Eslovenia. Al otro lado, Italia



¿Y qué es lo que fui a hacer allí? Pues un curso de formación de voluntarios europeos como yo, recién llegados (aunque algunos ya llevaban aquí un par de meses). Desde el viernes al martes hicimos varios talleres, vimos algunos vídeos creados por antiguos voluntarios y dimos a conocer nuestros propios proyectos. Esperaba un poco más del curso, la verdad, pero fue una oportunidad genial para conocer a otros voluntarios y poner cosas en común. Supongo que les seguiré viendo a menudo y ojalá salgan adelante algunas cosas de las que se hablaron. Además, el sitio era precioso. Brda en esloveno significa colinas, (hay bastantes lugares en Eslovenia llamados así, de ahí que el nombre sea Goriška Brda) y estas colinas estaban totalmente cubiertas de parras, ya que la zona es totalmente vinícola. El lugar donde nos hospedamos era una especie de casa rural regentada por una familia que nos trató genial y comimos platos típicos de la zona, hicimos una degustación de los vinos fabricados por ellos, etc. También pudimos conocer a través de ellos más de la interesantísima historia del lugar. Me podría enrrollar muchísimo hablando sobre ello, pero tampoco es mi objetivo con este blog, así que si alguien está interesado en ello o que me pregunte o que busque por sí mismo en Internet, porque hay muchísima información al respecto. Sólo como curiosidad decir que el padre de familia era una de las cuatro generaciones consecutivas de su familia con diferente nacionalidad (su abuelo fue austríaco, su padre italiano, él yugoslavo y sus hijos eslovenos). Las casas de estos pueblos estaban llenas de pintadas en honor a Tito y a Yugoslavia. Hicimos un par de excursiones en las que pudimos ver más de esto. Especialmente vimos el pueblo de Šmartno, uno de los más importantes del municipio (nosotros estábamos en Smezatno), un pueblo típico medieval, con todas las casas en el interior de un recinto fortificado. Allí tuvimos una visita guíada bastante divertida.

Bandera yugoslava en una casa abandonada

Vuelvo a repetir, lo mejor de todo fue el lugar y echarme unas risas con gente nueva que están aquí en mi misma situación. Me parecía mentira estar en Eslovenia. No había nieve (por cierto, no nevaba desde hacía dos semanas y el blanco empezaba a desaparecer, pero hace un par de días la nieve volvió con ganas) y hacía muchísimo sol. Y la verdad, no está nada mal tener unas vacaciones pagadas en las que no te tienes que preocupar de nada, aunque tengas que compartir cama (sí, cama, no sólo habitación) con un húngaro. Como he dicho antes, volveré seguro a esta zona, es un lugar magnífico para montar en bici.

Vista de las colinas desde Kmetija Štekar, el lugar donde nos
alojamos. Al fondo, se veía brillar con el sol el Mar Adriático


A veces quiero contar tantas cosas por aquí que o se me olvidan, o me enrrollo o lo que sea. Espero no hacerlo muy pesado. Y si queréis ver más fotos de Goriška Brda (y también de Viena), para eso está el Facebook.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Vse najboljše!

Nunca me ha gustado mucho mi cumpleaños. Desde que me he hecho más mayor porque la conciencia de irse haciendo viejo, por mucho que suene ridículo, duele. Y desde que soy pequeño porque las fechas en las que coincidía con mi "situación" familiar, por ser un día festivo en España y en el puente en que es, eran las de hacer la matanza en el pueblo, lo que no me alegraba especialmente. En fin, que soy de esas personas a las que no le gustan los cumpleaños. Pero esta vez decidí celebrarlo aquí, en parte también para hacer una fiesta de inauguración del piso en Liubliana que habíamos ido postergando por no encontrar el momento y el dinero. Fue la misma noche de mi cumpleaños, un miércoles. Y a pesar de que no conozco mucha gente, nos juntamos en torno a las quince personas entre los vecinos, los amigos de Monika y los chicos erasmus de Huelva que conocí hace tiempo. Fue una mezcla interesante y que salió bastante mejor de lo esperado, ya que a pesar de la famosa timidez eslovena no se produjeron situaciones embarazosas. Pero tampoco hubo mucha integración. Monika preparó la fiesta, porque yo llegué después de trabajar en Lesce, y unos globos, unos cuantos snacks y "kuhano vino" a mansalva (por cierto, Monika me abrasó la mano). Se pasó bien, recibí algunos detalles de los eslovenos, sobre todo chocolate, que me temo que es una costumbre absoluta regalar siempre algo de chocolate junto a otro pequeño detalle. Y después de la escapada a casa pronto de los eslovenos Monika y los españoles nos fuimos al KMŠ por un rato. Éste es un garito bastante cerca de casa y uno de los más populares de la capital para los estudiantes de toda Eslovenia. Estaba petado a pesar de ser miércoles (la entrada valía un euro), y es conocido por ser el lugar para ir a pillar cacho en la ciudad. Lo parecía, desde luego. Música mainstream y un ratito después Monika y yo nos marchamos a dormir. 

La gente que se juntó allí. Están claros los dos grupos, ¿no?

Y si no me equivoco poco he hablado por aquí del estudio en el que vivimos en Liubliana. Sigo sin pasar mucho tiempo por allí, más o menos repartido a medias con Zasip. El piso está en el centro y es muy barato, pero tiene algunas cosas que lo hacen un poco difícil. Tiene problemas de humedad, y como seguimos sin terminarnos de asentar allí hace un poco de frío. Pero bueno, lo vamos mejorando poco a poco. Hemos empezado a decorar por fin las inmensas paredes blancas, a equiparlo un poco mejor y hace unos días Monika montó ella solita nuestra nueva cama (no es que no tuviéramos antes, pero ésta es de pareja). Espero que lo sigamos convirtiendo en un sitio más acogedor y pasar allí más tiempo, para disfrutar más de Liubliana.

El piso antes de la fiesta

Estoy escribiendo estas entradas con bastante retraso, pero es que desde que volví de España, con haber empezado el voluntariado, haber dado más clases de español (hice por primera vez algo para esta profesora eslovena de la que soy su sustituto, y por cierto un par de clases fueron con grupos y lo pasé realmente bien; en una de ellas hablamos sobre España y en otra sobre Madrid), los viajes que he hecho y demás, no tengo casi tiempo libre. ¡Qué estrés! Pero a ver si me pongo las pilas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Zurück im Wien

Volver a Dunaj, que así es como llaman los eslovenos a Viena, después de un año y cuatro meses. Después del Erasmus que cambió mi vida. Para empezar, sin mi paso por esta ciudad no estaría escribiendo estas letras. Cuesta retroceder y ver cuánto he cambiado, pero negarlo es absurdo. Y sé que no es gracias al continente sino más bien al contenido, pero aún así me enamoré de la ciudad. Hoy por hoy, puedo decir que a Monika y a mí nos gustaría volver a vivir allí, pero quién sabe las vueltas que da la vida. Una ciudad que tiene tantas cosas que ofrecer, y es tan encantadora a pesar de los propios austríacos, de los cuales volvimos a comprobar su poca amabilidad (por supuesto que también hay austríacos muy amables). Y tan cara. En los seis meses que pasé allí nunca me pareció tan cara como me lo ha parecido esta vez. 

En el mercadillo de navidad del Rathaus

Al principio, el primer día se me hizo un poco raro volver a estar allí, y al pasar por cada rincón de la ciudad (como ocurriría durante el resto del fin de semana) me venían mil recuerdos a la cabeza. Por supuesto, que para Monika y para mí era especial volver allí juntos. Además, había pasado bastante tiempo. El viaje lo hicimos en tren desde Lesce hasta Viena, cruzando gran parte de Eslovenia con paradas en Liubliana y en Maribor, la segunda ciudad más grande del país y que aún no conozco. En torno a las ocho horas de viaje, las últimas realizadas en un compartimento lleno de mujeres mayores eslovenas que no se callaban ni debajo del agua. Al menos, como me dijo Monika, no las entendía. El paisaje, pues todo nevado. Me daba la impresión de estar haciendo el transiberiano. Pero más frío pasé en Viena. Allí hace muchísimo más frío que en Eslovenia. Viena es una ciudad muy ventosa. A pesar de que las mínimas fueron de cinco grados bajo cero la sensación térmica era mucho peor debido al viento.

Foto en el intercambio de trenes en la estación de Maribor

¿Y qué hicimos? Pues recordar viejos tiempos, volver a “nuestra” ciudad, pasear por el centro y por la ciudad (el Ring, Rathaus, Stephensplatz, Mariahilfer Strasse...). El tiempo que pasé en Viena fue de febrero a agosto, por lo que nunca había estado en período prenavideño. Es increíble la cantidad de gente que había en las calles (nunca había visto la ciudad así) y la cantidad de mercados navideños que había, llenos de diferentes comidas, bebidas y decoraciones. No nos pudimos permitir mucho, pues nuestra economía sigue más que maltrecha, pero no dejamos escapar el tomarnos un “Glühwein”, el vino cocinado con especias y caliente tan famoso de Centroeuropa (y que ya había probado en su versión eslovena, el “kuhano vino”). Por supuesto fuimos a Deewan, el increíble restaurante pakistaní que ambos amamos y salimos de fiesta al Chelsea. Más de lo mismo de lo que hacíamos habitualmente durante el Erasmus. Y vimos a Adjima (de hecho, dormimos en su casa) y a Ivan, amigos del Erasmus que han vuelto a vivir a Viena, y también a Laurens (el mejor de los austríacos que he conocido), a Nikolina y a Tanja (que también estaban pasando allí el fin de semana desde Zagreb y Belgrado)...

En el Chelsea

Fue muy bonito volver a Viena, recordar la ciudad, con sus cosas buenas y malas, y especialmente hacerlo con Monika. Evidentemente me quedé con ganas de pasar más tiempo allí. Ya veremos en un futuro si se da el caso.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Volver, volver...

Volver a Madrid. Diez días bastante intensos, en los que he visto a muchísima gente (tal vez demasiada) y no he tenido tiempo para hacer todo lo que querría, he asistido al curso de formación para voluntarios de la Unión Europea como yo en un pueblo perdido de Málaga bastante curioso (buena gente y que me ha servido para ver que hay gente muy motivada con esto del voluntariado y así cargarme las pilas pues para mí a priori es algo un poco más secundario), me he cargado de libros de español para traerlos a Eslovenia, etc.

Esto es la zona de facturación del aeropuerto de Liubliana

Volver a Eslovenia. Esta vez tanto me fui como volví a través del aeropuerto de Liubliana, cosa que no ha sido habitual en mis idas y venidas a este país. El aeropuerto está bastante lejos de la capital (a veinte kilómetros más o menos), de hecho está más cerca de Kranj, la cuarta ciudad más importante de Eslovenia. Como es de suponer, es un aeropuerto bastante pequeño, pero eso tiene sus cosas buenas, como que no hay que esperar por nada. Se llama Jože Pučnik, que según Wikipedia fue uno de los grandes críticos de la Yugoslavia comunista y uno de los padres de la actual Eslovenia independiente. Me fui de Eslovenia con buen tiempo, y he vuelto a un lugar totalmente blanco y en el que no para de nevar. No es normal a estas alturas del año, como tampoco fue normal que nevara en Madrid en noviembre (supongo que fue para que me fuese aclimitando). Es muy bonito, eso es cierto. Lo que más me fascina de cuando nieva mucho es el silencio que hay en la calle, y también que el mundo me parece que se reduce a un simple decorado. Me parece "falso" todo a mi alrededor. Pero espero que vengan días mejores y toda la nieve se vaya, porque ya tendré tiempo de hartarme de ella. Una cosa que hice ayer "gracias" a la nieve fue quitarla de los alrededores de la casa de Monika. Supongo que no habíais pensado nunca en ello, pero sí, amigos, eso hay que hacerlo, y mucho. Te armas con una pala y a darle duro. La verdad es que es un ejercicio interesante y casi hasta entretenido, pero cuando lo tienes que hacer varias veces al día durante mucho tiempo supongo que tiene que ser cansino a más no poder. Y ayer también empecé el voluntariado. No sé muy bien qué decir, estuve un poco descolocado. La "directora" ayer no estaba, y la verdad es que porque ya conocía el lugar y a la gente que trabaja allí, sino creo que aún habría estado más perdido, porque no me explicaron mucho. Pero bueno, supongo que será cosa de irme acostumbrando. Por cierto, el sitio es una casa de acogida para niños (que no sé si lo había dicho antes o no) que se llama Kresnička (luciérnaga) y está en Lesce, un pueblo cerca del de Monini. Ayer lo que hice fue jugar al parchís esloveno con las niñas, ir a Radovljica (el pueblo de al lado) al centro del que depende Kresnička a hacer un taller y hablar en esloveno con las niñas. Son muy simpáticas, pero los niños cambiarán muy a menudo, ya que sólo están allí por períodos cortos. 

La carretera de Zasip


Volver a escribir el blog. Joder que pereza me ha dado después de casi dos semanas sin hacerlo... Espero que no se repita. Y volver a adaptarme a estar aquí, que aunque parezca mentira se necesitan unos días y se vuelve a echar de menos a tu gente.

viernes, 19 de noviembre de 2010

LIFFe

Ljubljana International Film Festival. Eso es lo que empezó el día 10 de noviembre en Liubliana y que va a durar hasta el domingo, en su vigesimoprimera edición. Por lo visto es bastante popular en la ciudad, especialmente entre la gente joven, y es que Liubliana tiene un gran porcentaje de población estudiante que viene de todo el país a la universidad de la capital y los fines de semana vacían la ciudad. Por lo que he podido apreciar sí es verdad que este humilde festival de cine aporta bastante a la vida cultural de aquí, hay bastante gente en la calle cuando hay proyecciones (que son muchas películas diferentes y en diferentes salas de la ciudad) y por el centro estos días se pueden ver bastantes muñecos del mismo estilo representando a diferentes personajes del celuloide. Supongo que será una especie de mascota del festival. Las entradas son bastante baratas, aunque en realidad son de precio similar a las de una película normal en el cine. En torno a los cuatro euros y medio. Si comparamos con Madrid, sí, es muy barato. Además hay bonos a la venta para poder ver varias películas, que es lo que compra la mayoría de la gente. Pero nuestro pecunio no daba para mucho y decidimos elegir simplemente una. Creo que no pudimos elegir mejor (bueno, en realidad elegí yo; Monika prefería otra que también vimos uno de estos días pero en el ordenador descargadita de internet y que estaba bien, pero sin más). Las opciones se reducían mucho, ya que mi magnífico oído sólo nos permitía ver alguna película en español, que la verdad es que había muchas. Y además quería verla en Cankarjev Dom, que es uno de los palacios de congresos de Liubliana, en el centro y muy cerca de casa. Se llama así en honor a Ivan Cankar, el escritor que vivía en Rožnik. Soy un poco pijo con estas chorradas de ver sitios de la ciudad, lo reconozco. Total, que la elegida fue "El secreto de sus ojos", la película argentina con Ricardo Darín que ganó el Oscar a la mejor película extranjera este año (y que por eso no participaba en la sección a concurso del festival, sino que sus diferentes proyecciones eran una especie de premiere en Eslovenia antes de que se proyecte en las salas de cine). La película es buenísima, no voy a decir más. Simplemente que es de lo mejorcito que he visto últimamente. No es que sea muy cinéfilo, pero recientemente veo más películas de las que acostumbraba antes, y es muy difícil que algo me sorprenda y/o me guste, por lo menos en cuanto a producciones nuevas se refiere. La película fue en español, con subtítulos eslovenos, que creo que no hace mucha falta decir que es como ven aquí siempre las cosas, tanto en el cine como en la televisión. Lo vimos en la "Linhartova Dvorana" (Sala de Linhart, que fue otro escritor esloveno; éste lo que hizo fue escribir la primera comedia en esloveno, en el siglo XVIII), que no era tan espectacular como parecía en las fotos, pero la verdad es que fue un sitio interesante para ver una película.

La ciudad estaba llena de carteles
promocionales del festival
Cankarjev Dom, decorado con uno de los muñequitos



Otra de las cosas interesantes que me ha deparado mi vida aquí ha sido hoy. He podido tener mi primer contacto con el voluntariado. No empiezo hasta el 1 de diciembre, pero el otro día me llamaron de la organización con la que voy a trabajar para invitarme a un taller que iban a realizar, y no quería perder la oportunidad. El lugar ha sido Soča, el centro de rehabilitación más importante de Eslovenia, (y que supongo que se llama así por un valle de los Alpes eslovenos del mismo nombre) y durante dos horas he tenido la oportunidad de estar con alrededor de diez niños de Gaza, que están en Liubliana siguiendo un programa de rehabilitación, además de recibir las prótesis para sus miembros amputados por culpa de las minas antipersona. Ha sido muy enriquecedor, nunca había hecho nada así, y supongo que me tengo que empezar a acostumbrar pues eso es lo que voy a hacer durante el voluntariado, trabajar con niños (con los que hasta ahora en mi vida he tenido prácticamente contacto nulo). Es sorprendente la alegría de niños que viven en situación de guerra, y encima con tan mala suerte. Su situación es algo que la gente occidental ni podemos llegar a imaginar, acomodados en nuestro "bienestar". Y también te sientes consternado por la barbarie de la situación de Palestina. Podría decir mucho más, pero ¿quién coño soy yo para hablar de esa situación que me toca tan de lejos? Por cierto, el otro día desaproveché la que pudo ser la última oportunidad de salir con la bici antes de la llegada del invierno. No es que hiciese buen día, pero lo suficiente, y cuando estaba a medio vestir me rajé. Luego me arrepentí un poco, porque no sé si en diciembre va a ser posible salir, pero es lo que hay. Bueno, ¡nos vemos mañana!

viernes, 12 de noviembre de 2010

Ruta ciclista del Radovna

Hoy tocaba bici. Hacía buen día y Monika trabajaba, así que había que aprovechar. Después de meditar si intentar la venganza de la cuesta de Jesenice, me he decidido por otra idea que también hubo que abortar en su momento, la ruta ciclista del Radovna, y es que Monika ni siquiera pudo llegar al inicio de la ruta (eso por decir que mi blog es aburrido, ¡ja!). Ella me enseñó esta ruta, que está muy cerquita de su pueblo, pero al final la he hecho sin el tríptico porque lo tengo en Liubliana. Es la primera ruta ciclista elaborada dentro del Parque Nacional del Triglav, el único parque nacional de Eslovenia y que está en esta zona de los Alpes Julianos. El Triglav es la montaña más alta de Eslovenia (2.864 metros) y es un auténtico símbolo para los eslovenos. Es el escudo de su bandera y hay un dicho esloveno que dice que no se es un verdadero esloveno hasta que se sube a la cima del Triglav (me gustaría hacerlo cuando llegue el buen tiempo, pero Monika está acojonada). Además de muchos mitos, leyendas, nombres comerciales, etc. Y el Radovna es un río cortito, que forma el valle del mismo nombre y afluye al Sava Dolinka (que después se convierte en Sava y es el río más importante de Eslovenia y uno de los más grandes de los Balcanes). Y la ruta ciclista tiene ese nombre porque evidentemente discurre por el valle del río.

Las aguas claras del Radovna al comienzo de la ruta
Entrando al parque nacional, también al comienzo

Desde Zasip hasta Krnica, el pueblo donde empieza la ruta, hay tres kilómetros o así. No es mucho, pero ha sido lo más duro. Porque es prácticamente todo subida cruzando los pueblos de Podhom, Spodnje Gorje y Zgornje Gorje (vamos, Gorje de Abajo y Gorje de Arriba, sin coñas), y con cierta pendiente en algunos momentos. O sea que he llegado al inicio de la ruta con un calentón importante, y eso que esto es lo que hicimos la otra vez, así que ya lo conocía. Una vez en Krnica, una bajada vertiginosa (y que después a la vuelta probablemente sería el repecho más duro de todo el recorrido), y al salir del pueblo se entraba en el parque nacional. Por la planimetría que venía en el tríptico debo decir que no parecía muy duro, pero lo ha sido y bastante. La ruta, que según el panfleto son 16 kilómetros y según las señales que he visto en la "carretera" son en torno a 13), va a la orilla del Radovna, remontándolo. Con lo cual, gran parte del trayecto es ascendente, si bien con una pendiente ligera que en algunos tramos se convierte en mayor y en otros en favorable. Además, a los tres kilómetros el asfalto ha desaparecido para dar paso a una carretera de arena con una mínima cantidad de gravilla que en bastantes ocasiones se convertía en un barrizal con charcos. El paisaje era espectacular, ¿qué otra cosa puedo decir? Un valle típico alpino en el que me he cruzado con cabras y vacas, en el que había algunas granjas y en el que he visto un par de casas totalmente aisladas (y yo me pregunto: "¿Quién cojones vivirá ahí?"). Pero también debo decir, que cuando te exiges tanto encima de la bici no prestas mucha atención a lo que te rodea, sólo tratas de sobrevivir. Y cuando voy solo con la bici me exijo. Aunque el calentón con el que había llegado a Krnica se me ha pasado rápido, ya que los rayos del sol en el valle ni me han tocado (es lo que tienen los valles). Vamos, que he pasado casi frío (calculo que la temperatura sería de 7 u 8 grados), y mira que estaba sudando. Esto luego, como veréis, tendría sus consecuencias.

Un momento cualquiera por el valle

Doce kilómetros después de abandonar la civilización he llegado a la meta de la ruta, el pueblo de Zgornja Radovna, que si no me equivoco significa "Arriba del Radovna". Eso ya sirve para hacerse una idea de que efectivamente el trayecto era ascendente. Una paradita para soltar piernas y reponer agua. No me lo he pensado y he entrado en un "gostilna" que había a la entrada del pueblo para pedir que me rellenaran el bidón. Sabía que en un sitio tan aislado iban a ser amables. Y lo han sido, después de mi magnífica petición en esloveno. Y al volver a la bici se me ha caído un rastral del pedal. Ya llevaba dándome problemas unos cuantos días y ha terminado por suicidarse, y eso que lo había apretado antes de salir. Tampoco ha supuesto mucho problema, pero me he dado cuenta que no sé montar en bici sin rastrales. El pie se me iba todo el rato. Eso también es porque he vuelto a una velocidad considerable, mucho mayor que a la ida, aprovechando la bajada y también porque no quería que se me hiciera de noche (he salido tarde de Zasip, en torno a las dos y media). Terminar la ruta se ha salvado sin mayores problemas. Se me ha pasado el dolor de espalda que tenía a la ida, pero me he dado cuenta que tenía los dedos de los pies helados (que no congelados) y los he empezado a mover. Ha habido un momento en el que me he visto cual Juanito Oiarzábal sin dedos. El problema ha venido después de subir el cuestón de Krnica que suponía el final de la ruta. Este esfuerzo, más el frío acumulado, me han pasado factura. ¿Y qué me ha pasado? Pues lo que me pasa siempre cuando cojo frío. Me han entrado unos retortijones terribles. Ya me quedaba bastante poco para llegar a "casa", pero ya me conozco estas situaciones y he decidido parar en el primer bar que encontrado (es mejor cortar por lo sano que estar diez minutos sufriendo a lo tonto). He entrado directo a hacer aguas mayores y al salir me he tomado un zumo por vergüenza, y menudo palo que me han pegado. Pero, ¿y lo bien que he ido después hasta el final? Supongo que diréis: "Joder Changa, no tienes vergüenza ajena, ¿cómo coño cuentas eso en el blog?". Pues por varias razones. Primero, no creo que mucha gente llegue a este punto de la entrada después del tostón que estoy metiendo. Segundo, me la pela la norma social de no hablar de este tipo de cosas en público (es algo natural y que a todos nos ha pasado, ¿no?). Y por último, cuento con que este blog sólo lo lee gente que me aprecia, y total, no creo que esa gente me vaya a dejar de hablar porque haya tenido que cagar. Además, así os partís el culo, que estas cosas siempre hacen gracia.
  
Vista preciosa desde Zgornja Radovna.
Las montañas transmitían una sensación de frescor
muy fresca (¡sí, soy un poeta!)

El "gostilna" que ha saciado mi sed

He llegado a Zasip con unas ganas locas de meterme en la ducha, pero por ser un poco pelota he sacado a pasear a Kala para que dejase trabajar tranquilo al padre de Monika (como todos los cachorros, el perro da un rato por culo) y he ayudado a colocar un poco de leña. No puedo hacer menos, después de la cantidad de días que estoy aquí de gorra. El baño-ducha no ha estado tan mal, pero lo esperaba mejor después de 30 kilómetros de paliza (he tardado una hora y diez minutos a la ida y cincuenta minutos a la vuelta incluyendo el percance del retrete). Ahora tengo las rodillas y la espalda hechas una mierda. Si el otro día tenía esa cara después de Rožnik, imaginad la que tendría hoy. No me he hecho una foto porque no me quería morir del susto.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Učitelj za špansko in več

Voy a contar unas cuantas cosas así a cholón, sin mayor orden ni nada. De momento me sorprende que no hace mucho frío. De hecho, bastante poco. Estamos a mediados de noviembre y aún no puedo decir que haya hecho verdadero frío. En Liubliana durante el día la temperatura está en torno a los quince grados, y por las noches un poco por debajo de los diez. En Zasip sí se nota más frío. No en vano está en las montañas, aunque por ejemplo el otro día las cimas habían perdido prácticamente toda la nieve que tenían. Eso sí, llover, llueve bastante, como la mitad del tiempo o así. Un coñazo... El voluntariado cada vez está más cerca, y sigo con intercambios de correos con las organizaciones y demás. Tengo bastantes ganas de empezar y por fin sentirme útil. Y como cada vez está más cerca la fecha, estos últimos días estoy estudiando bastante esloveno. Me hubiera gustado haber estudiado más a día de hoy, pero he sido bastante vago y nunca he hecho por encontrar el momento para estudiar. Pero como Monika tiene un examen la próxima semana, la estoy obligando a ir a estudiar a la biblioteca. Y yo voy con ella y, o bien preparo clases de español o bien estudio esloveno. Nos gustaría ir a estudiar a la Biblioteca Nacional, que está cerquita de casa, pero tendría que pagar quince euros para hacerme el carnet, y eso simplemente para tener acceso a la sala de lectura, ya que por ser extranjero y no estudiante no tengo derecho a préstamo de libros. Total, que no creo que lo vaya a pagar. Ya haremos algún chanchullo con algún amigo de Monika que no vaya, que a los estudiantes les sale gratis. Supongo que os sorprenderá que haya que pagar por las bibliotecas. A mí también me sorprendió. Muchísimo. De hecho, más que sorprender, casi diría hasta que me “repugna” debido al funcionamiento de las bibliotecas públicas en España. Pero aquí todas las bibliotecas funcionan así. Tienes que pagar una cuota anual, y por ejemplo, si te retrasas en la devolución de los ejemplares la multa se paga en dinero, y no en penalización de tiempo sin préstamo. Pero bueno, hemos encontrado otra biblioteca también muy cerca de casa, que es una biblioteca de cosas de ingenería, arquitectura y similares (no recuerdo exactamente de qué, aunque eso sí, no es de ninguna facultad, es pública). Nadie te identifica al entrar y se está bastante bien. La verdad es que al principio me negaba a pagar por una biblioteca, pero no me ha quedado más remedio que hacerlo. Me he hecho el carnet de la biblioteca del Instituto Cervantes de aquí, porque necesito consultar un montón de libros para preparar las clases. Sólo he tenido que pagar cinco euros por un año, y como es bastante familiar (de hecho, ya tengo bastante confianza con la gente que lo lleva) pues no hay que pagar si te retrasas en la devolución. Así que, dentro de lo malo no está tan mal. Y necesito coger esos libros para preparar las clases. Ya lo dije en la entrada anterior, que trabajo en dos sitios (Hola y Luna), y con ello sigo, por ahora con un ritmo de dos clases a la semana. En Hola tuve clase ayer con el mismo chico que en teoría voy a tener todos los martes y mañana tengo clase en Luna. Estoy bastante contento y orgulloso de haber encontrado trabajo tan pronto y de lo que quería, que creo que no es tan fácil. Y además creo que lo estoy haciendo bastante bien. Estoy dedicando bastantes horas a preparar las clases, siguiendo diferentes métodos, libros y demás. Me repito mucho, sí, lo sé, pero espero poder seguir con ello a partir de diciembre.

El aula en Hola



La prueba del delito
Por lo demás, el otro día volví a subir Rožnik con la bici. No hubo color con las anteriores veces. Ya me conocía el camino y la dureza, con lo cual supe regular mejor y la verdad es que subí bastante más suelto hasta arriba. Las tentaciones de echar pie a tierra fueron prácticamente inexistentes, conseguí subir y volver sin bajarme de la bici ni un solo segundo y después no estaba extenuado. Supongo que la práctica sirve para mejorar. Otra cosa, ayer era el cumpleaños del padre de Monika y por eso hace unos días fuimos a un “gostilna” a cenar. Un gostilna es un típico restaurante esloveno, con comida tradicional. En realidad es un restaurante normal, pero diría que con cierto aire familiar y casero (si no me equivoco gostilna significa algo como casa de huéspedes). Total, que por fin probé el “Ljubljana schnitzel”, que era algo que quería desde hacía mucho tiempo. Un schnitzel no es otra cosa que un escalope de toda la vida, ni más ni menos, pero uso esta palabra porque me introduje en su mundo cuando estuve viviendo en Viena (el Wiener Schnitzel probablemente es el más famoso). Y creedme, están exquisitos. El Ljubljana Schnitzel no es muy diferente, de hecho es prácticamente igual pero tiene jamón y queso en el interior. No es que fuese nada del otro mundo, pero como todo escalope, pues estaba bueno. Lo probaré en el futuro en otros restaurantes para contrastar. Y no, no se me ha olvidado. Dije que había estado estudiando bastante esloveno. Evidentemente todavía no puedo mantener una conversación, pero estoy ya aprendiendo bastante vocabulario de la vida cotidiana y conozco el presente de los verbos, algunas preguntas básicas, etc. Vamos, que en tiendas o así debería empezar pronto a atreverme a hablar en esloveno. De momento, mis conocimientos sólo me sirven para impresionar a los amigos de Monika. Pero bueno, poco a poco, es un idioma muy diferente y muy difícil.

Mi cara de gañán al terminar de bajar Rožnik

domingo, 7 de noviembre de 2010

Veronika decide morir

Hace dos días me terminé de leer este libro. "Muy bien, ¿y eso qué coño tiene que ver con tu blog sobre Eslovenia?". Pues básicamente me lo leí por eso. El libro está ambientado en Liubliana. No sé si lo conocéis, pero es una novela bastante famosa de Paulo Coelho. Nunca había leído nada de él, y la verdad es que es un buen autor. El libro me lo leí básicamente porque es un libro que a Monika le gusta mucho y en su último cumpleaños unos amigos le regalaron una edición en español, que es la que he leído. El libro trata sobre una chica que intenta suicidarse, pues cree que la vida no tiene nada mejor para ofrecerle. No tiene éxito y acaba en una institución psiquiátrica, donde los médicos le comunican que sólo le queda una semana de vida, ya que debido a la ingesta de pastillas su corazón ha sufrido daños irreversibles. No me gusta hablar mucho de los argumentos. De hecho, normalmente me gusta no leer nada sobre un libro antes de leerlo. Lo que sí quiero decir de este libro es que te hace pensar, y te hace hacerte preguntas incómodas. En el libro se trata la locura, y la estupidez generalizada de la sociedad respecto a la locura. ¿Quién está más loco, el que es diferente o el que quiere ser igual a todos? Se critica el tipo de vida que la mayoría de la gente lleva: trabajo, matrimonio, hijos, etc. Además, como he dicho, está ambientado en Liubliana y salen algunos de sus lugares más emblemáticos, como el castillo o la plaza de Preseren. También se menciona Bled, que venía escrito con v. ¡Casi me da un síncope! Y tiene bastantes gracias respecto a lo pequeño y desconocido que es Eslovenia. El final me gusta bastante, y el comienzo más. Me parece lo más original del libro. Y es que Coelho aparece en su propia novela, ya que tiene algo de autobiográfico (estuvo de joven interno en una institución psiquiátrica). Después de terminar el libro, vimos la película, que se estrenó hace pocos meses. Es una película de Hollywood, aunque a mi me recordó más al rollo cine europeo independiente, y a pesar de que cambia bastantes cosas (para empezar, está ambientada en Estados Unidos, y las menciones a Eslovenia se quedan reducidas a un par de anécdotas), mantiene más o menos la esencia del libro. La protagonista es Sarah Michelle Gellar, Buffy para los amigos. Resumiendo, que si queréis leer el libro o ver la película os animo a ello. Será bastante más ilustrativo que cualquier cosa que yo pueda decir por aquí. Aunque, como no podía ser de otra forma, el tópico de que el libro es mejor que la película, se cumple al 100 %.


Poco más. Solamente decir que está confirmado, trabajo en las dos únicas academias que hay sólo de español en Liubliana. De momento con alguna clase particular, aunque hay más proyectos para el futuro. Pero me sigue pasando lo mismo. Tengo miedo de no poder compaginarlo apenas con el voluntariado. Espero que, al menos, algo pueda seguir haciendo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Bernays Propaganda

Últimamente no escucho apenas música. No es algo que me guste, pero qué le voy a hacer si es lo que me sale hacer. Pocos nuevos discos o bandas me hacen sentir cómo lo hacía antes, y los grupos que lo consiguen son algunos que normalmente nunca imaginé hace unos años que escucharía. Pero supongo que todas las cosas que te pasan en la vida influyen. Uno de los escasos descubrimientos que he hecho "recientemente" han sido Bernays Propaganda. Son de Macedonia y hacen postpunk, aunque es una música que hace no mucho tiempo yo llamaría gafapasta. Pero vamos, que lo que hacen es que muevas el esqueleto. Los conocí en una noche de la de "dios de la nasa" en Viena y no sé el porqué, pero a pesar de que disfruté muchísimo con su concierto no les seguí la pista. Hasta que hace unos meses me acordé de ellos y me enganché definitivamente. Y vi que al poco de que me viniese a Eslovenia tocarían en Liubliana. Evidentemente, no perdí la oportunidad. Hace ya unas semanas de ello, pero como no ha sido hasta ahora que he escrito una crónica en Libertonia (webzine musical donde escribo normalmente; últimamente no tanto como me gustaría), pues hablo de ellos por aquí. No me voy a repetir, así que simplemente os dejo el enlace: 



¡Qué ganas de volver a encontrármelos en el camino!

domingo, 31 de octubre de 2010

Bled

Ayer estuvimos de "semituristeo" por Bled, aunque en realidad ya he estado tantas veces allí que no me considero turista (Bled está a quinientos metros de Zasip; de hecho desde la ventana de la habitación de Monika hay geniales vistas del castillo). Pero, como precisamente porque he estado muchas veces tal vez nunca hablaría de Bled en el blog, voy a aprovechar la visita de ayer para hacerlo. La gente erasmus de Huelva que conozco vinieron por aquí, así que aprovechamos el buen día que hacía (no como hoy, que todo el valle está lleno de niebla) para hacerles compañía. La verdad es que no hicimos mucho más que dar una vuelta al lago (que es muy típico para hacer en Bled y que no es moco de pavo, ya que son más de cuatro kilómetros) y comer. Bled es, sin ninguna duda, el lugar más famoso y turístico de Eslovenia. Y creo que es merecido. Es realmente bonito, y te lo sigue pareciendo aunque lo hayas visto muchísimas veces. Su fama se debe al lago glacial y la isla que hay más o menos en el medio del lago. Para ir a la isla puedes pagar doce euros porque te lleven en barca o alquilar una y remar tú mismo (yo hice esto último el verano del año pasado). En la isla hay un restaurante y una iglesia, en la que la tradición es tirar de la campana y pedir un deseo, que supuestamente se cumplirá. Yo en su día no pagué los tres euros que te cuesta el deseo. Tal vez lo haga en el futuro. Muy bonito también es el castillo de Bled, que está en lo alto de una gran pared rocosa en uno de los lados del lago. Por dentro está bastante restaurado y tiene un museo y otras cosas, pero por lo que más vale la pena es por las vistas sobre el lago. Además, Bled tiene una larga tradición de aguas termales y curativas, con lo que muchos hoteles tienen pequeños spas. Yo he estado en uno un par de veces y la verdad es que estaría genial si no fuese porque el agua está "fría". En resumen, que parece el destino turístico perfecto, y lo es, por lo cual también es bastante caro. Respecto a la comida que también decía que hicimos, hay que destacar el postre, la Kremsnita, tarta típica de Bled. Es bastante similar a una milhojas, pero con la crema dividida en dos incluyendo vainilla. Está muy rica, y Monika me obliga a comerla regularmente (¡aunque no tanto como a ella le gustaría!). Podría hablar mucho más sobre Bled, pero no quiero ser pesado. Podéis ver muchas fotos en mi facebook.


La clase del viernes fue bien. Me la había preparado bastante, pero aún así hubo cosas mejorables (como siempre, en realidad). Estuve hablando con la directora,  que es una persona bastante seria pero que parece profesional, y me dijo tanto las cosas que le habían gustado mucho como las que no le habían gustado nada. Total, que el viernes voy a repetir con el mismo alumno (que es un "famoso" esloveno) como si fuese una segunda oportunidad, aunque ya no estará ella observándome. Yo creo que me cogerá, porque sino no tiene mucho sentido, pero ya veremos. En cualquier caso, estoy aprendiendo mucho de la experiencia. En la otra academia empiezo el martes. Por cierto, una cosa que no comenté por aquí que hice fue que estuvimos cogiendo castañas en el bosque, típico para hacer aquí al comienzo del otoño. Y después te las comes asadas. Liubliana está lleno de puestos de castañas asadas. ¡Y Kala apenas llora ya!

jueves, 28 de octubre de 2010

Voluntariado, clases, Kala, Rožnik...

Han pasado algunos días desde la última entrada, y como era de esperar han pasado bastantes cosas decisivas para mi futuro aquí, y han sido buenas. El voluntariado ha sido aprobado. El lunes lo vimos en Internet, porque si fuera por mi organización de acogida todavía estaríamos esperando la notificación. De hecho, fui yo mismo ayer quien les dio la noticia cuando les llamé para ver qué pasaba. Espero pasarme mañana por su centro para empezar a clarificar un poco más las cosas sobre cuáles van a ser mis cometidos Y dentro de muy poco me compraré el billete para pasar en Madrid los últimos diez días de noviembre, ya que tengo que ir a firmar papeles y a hacer un cursillo de formación de voluntarios. Así que espero veros por allí a más de uno y de dos. Total, que al menos el futuro está más claro, y los días de incertidumbre van a ir quedando atrás. Tengo muchas ganas de empezar con el voluntariado y empezar una rutina, porque desde que vine estoy dos días en Zasip, dos días en Liubliana, y así todo el rato, y la verdad que eso no ayuda a que te asientes. Además del voluntariado, como casi siempre pasa, las noticias buenas vienen todas a la vez, y por fin también he conseguido algún trabajo. Ayer estuve en una entrevista de trabajo en una academia de español, y mañana tengo una clase particular de prueba, con la directora observándome. Supongo que estaré un poco nervioso, porque aunque ya tengo experiencia esto no deja de ser algo nuevo para mí. Hoy, de hecho ahora, nos vamos a ir a la biblioteca de Bled. Monika a estudiar y yo a preparar la clase. Es un nivel inicial. Espero hacerlo bien. Y de otra academia de español ya me han dado un alumno, para otra clase particular. Es un chico que este año tiene la Selectividad de aquí y quiere prepararse español. Además parece que la colaboración con esta academia va a ser fructífera. Espero poder compaginarlo una vez comience con el voluntariado.


En fin, que gracias a todo esto voy a poder pasar tiempo con Kala, el nuevo cachorro de pastor alemán en casa de Monika. Está aquí desde el sábado y ya le hemos paseado e incordiado un poco. La verdad es que es llorica de cojones. Pega unas buenas serenatas por las noches. De hecho, alguna que otra me ha despertado. Pero bueno, es muy simpática, te ensucia los pantalones, te muerde los cordones de las zapatillas, tiene una oreja para arriba y otra para abajo, si corres te persigue, y todas esas cosas que hacen los cachorros. Esperemos que la fase llorica se le pase pronto. ¡Ah!, y dos veces se ha escapado, aunque sin mucho éxito.

El lago de Liubliana
Y para no dejar de lado mis andanzas de Pantani, tengo que decir que por fin me llevé la bici a Liubliana. Guardadita está dentro de casa, porque todo el mundo me ha dicho que ni de coña la deje en la calle, que es demasiado buena y me la robarían seguro. Aquí muchísima gente se desplaza en bicicleta. La mayoría son bicicletas bastante cutres, y el robo y tráfico de ellas está a la orden del día. Total, que ayer y antes de ayer salí con la bici por la capital con la idea de encontrar una ruta que hacer cuando quiera o pueda. Y lo que he encontrado (tampoco es que haya buscado demasiado) es un "circuito" de una hora aproximada circunvalando Rožnik y terminando con su ascensión. Rožnik es una colina que está dentro del parque Tivoli, prácticamente el único parque de la ciudad (Liubliana no necesita mucho parque, porque la naturaleza, al igual que en toda Eslovenia, está muy presente en la ciudad) y que es bastante famosa. La verdad es que, cosas de la casualidad o del destino, esté recorrido me recuerda al que hago normalmente por Madrid, entre otras cosas porque paso por una parte que se podría equiparar a la Casa de Campo, incluyendo el lago de Liubliana (aquí ese lago es una puta mierda; con decir que es más pequeño que el de Madrid basta) o el Zoo. Pero también se hace mucho por ciudad, y la verdad es que es algo molesto. Un poco para mi sorpresa, la gente aquí anda y molesta igual que en España por el carril bici. Supongo que buscaré otro recorrido más adelante, pero por el momento y para los pocos días de bici que me quedan antes de la llegada de la nieve haré este. El primero de los días tuve que claudicar con Rožnik. Es un camino, totalmente cubierto de hojas caídas, y en el que mucha gente pasea hasta la cima. No fue sensación de fracaso por bajarme de la bici de nuevo, ya que iba sin ninguna expectativa, pero si que quería lograrlo para el día siguiente. Y lo conseguí, aunque casi me muero de cansancio. Es una subida bastante más larga de lo que yo pensaba (calculo que serán alrededor de los 3 kilómetros), cierto es que con algunos descansillos pero también con algunas rampas de, al menos, el 12 %. Además, no sabía muy bien el camino, y hay múltiples posibilidades, pero después de dar alguna vuelta al fin conseguí llegar a la cima, totalmente exhausto, con la cara llena de mocos y babas del esfuerzo. Pero lo hice, aunque la satisfacción no fue mucha, porque estaba muerto. Arriba, en un pequeño claro del bosque, lo que hay es una iglesia barroca, una estatua a Ivan Cankar (un escritor modernista esloveno bastante importante que vivió en Rožnik) y una iglesia barroca. La vuelta, relajadito en bajadita hasta casa, muy cerquita, ya que Tivoli está en el centro de la ciudad. Y después una larga ducha calentita y relajante.

La iglesia de Rožnik

viernes, 22 de octubre de 2010

Adijo Šeri

Hace un par de días se murió el perro de Monika. Era un pastor alemán. Tenía once años y se llamaba Šeri. En casa siempre tuvimos animales, pero creo que no llegaban al nivel de mascotas. Nunca he tenido una mascota, y tal vez Šeri fuese lo más parecido a ello. Por eso me dio muchísima pena. Pero es algo normal, el ciclo de la vida no perdona y hay que entenderlo. Echaré de menos los paseos con ella y con Monika por los alrededores de Zasip, paseos que muchas veces nos venían de lujo para soltar el estrés acumulado dentro. Y también lo pesada que era a veces ladrando, para que la sacasemos a pasear o si jugábamos al "Speedminton". Incluso en alguna ocasión paseé yo solo a Šeri. Pero bueno, también hay que mirar el lado positivo.¡Y desde mañana habrá en la casa un nuevo cachorro!

 
Y no sólo por eso estos días no están siendo los mejores aquí. La publicación de la resolución del voluntariado se sigue retrasando, con el consecuente nerviosismo para nosotros, pues mi estancia aquí creo que pasa a depender muchísimo de ello. Encontrar trabajo no lo doy por descartado, pero sí por muy difícil. Sin saber esloveno, las opciones son mínimas. Incluso ni en Adecco aceptan mi curriculum. En las academias de idiomas ya he probado en todas, y mi teléfono sigue sin sonar. Pero hay que ser optimista. Hay que pensar que el voluntariado será aprobado. Nos dijeron que el lunes parece ser que se va a publicar finalmente (en cualquier caso tiene que ser la próxima semana, porque el plazo de publicación finaliza en octubre), y que salvo error en los papeles debería salir para adelante. En ello confío.

lunes, 18 de octubre de 2010

Zasip - Jesenice - Zasip

Aquí estoy de vuelta para contar cosillas. El otro día inicié la temporada de bicicleta, temporada que va a ser corta me parece a mí, porque el frío ya es bastante fuerte, y las montañas ya están nevadas. No creo que tardé mucho en empezar a nevar a la altura de las poblaciones. De hecho, ayer, me pareció que era aguanieve lo que caía mientras dabamos un paseo alrededor del lago de Bled. Total, que monté en bici por primera vez de manera seria por aquí. Y fue duro, mucho. El pueblo de Monika está en el final o principio (según se mire) de los Alpes, en la zona que se llama de los Alpes Julianos. Y como era mi punto de partida, pues por fuerza iba a tener que enfrentarme a cuestas considerables. El destino era Jesenice, con el objetivo de dar una sorpresa a Monika, que estaba trabajando en el casino de allí (para los que no lo sepáis ella trabaja de camarera en este sitio), lugar al que me apetecía ir desde hacía tiempo ya que nunca lo había visto. Dejé Zasip tras tomarme un vaso de leche y haberme pertrechado con todo lo necesario. La primera hostia en la frente. Nada más salir de Zasip se entra en otro pueblo, Podhom, que significa literalmente "bajo Hom", y Hom no es otra cosa que la colina en la que están estos dos pueblos. Y sí, ya conocía la ruta que iba a hacer pues la había hecho alguna vez en coche. Pero en coche duelen menos las piernas. Total, que iba a tener que cruzar esta colina (creo que más bien monte) para llegar al destino. Las pendientes de las calles de Podhom son terribles, y me dejaron fundidito. Tanto es así que al poco de salir tuve que parar por el dolor en el pecho y la extenuación. Cuando paré estaba totalmente mareado y casi vomité. Pensé que tal vez lo más inteligente sería regresar, pero después de esperar un poco a que se me pasara retomé el camino, con la satisfacción de no ceder a las primeras de cambio. Después vinieron más o menos seis o siete kilómetros de ascensión continua, pero de no mucha pendiente y con algunos descansillos, que no veáis cómo se agradecen. Además, el camino no era nada peligroso (no lo fue en todo el recorrido) y se iba por un valle bastante bonito (como todos aquí en realidad). Pasé otro pueblo que se hallaba en lo más alto de la carretera, y después un descenso bastante vertiginoso (un kilómetro al 14 % de pendiente, que no me impresionó en ese momento por bajarlo, sino porque pensé que después tendría que subirlo) hasta Jesenice. Una vez en esta "ciudad" (trece mil habitantes, esto aquí los eslovenos lo llaman ciudad) el camino se hizo más o menos llano, aunque sin dejar de tener toboganes importantes. Hasta entonces había pasado bastantes veces por allí, pero nunca había estado, y tengo que decir que me costó bastante trabajo encontrar el Casino a pesar de tener cierta idea de dónde estaba. Y es que Jesenice es una ciudad en un valle muy estrecho, y por eso es extremadamente larga (no sé cuánto exactamente, pero unos cuantos kilómetros). Aquí es bastante famosa por ser un lugar bastante feo y bastante deprimente para vivir, porque al estar encajonada de esa manera no tienen mucha luz solar. Total, que acabé encontrando el casino y le di una gran sorpresa a Monika. Tuve que dar mi identificación para ver el casino. No hay mucho que ver la verdad. Todo son máquinas electrónicas, así que en realidad es más bien un salón de juegos. El caso es que aquí estos casinos son veinticuatro horas y los clientes reciben toda la bebida que quieran de manera gratuita, por el simple hecho de estar jugando. Por eso, y por la cercanía a Austria y a las restrictivas leyes de juego de este país, siempre hay muchos austríacos. Después de estar un rato descansando, tomé el camino de regreso, con la mente puesta en ese kilómetro al 14 % (no le hice la foto a la señal, porque no me quería parar, pero mentalmente se la hice). Tal como me suponía, ese kilómetro me derrotó. Me acabé bajando a unos 200 metros de la cima. Pensándolo en frío no estuvo tan mal. Es cierto que he montado bastante en bici en mi vida, pero las cotas que he subido nunca han pasado de ser simples repechos. Esto, yo creo, era un puerto de montaña que subí dos veces, una por cada cara. Además, a ese kilómetro venía ya calentito de un par de kilómetros con una pendiente machacona. Una vez descansado y subidos esos 200 metros a pie, no hubo mayor problema en regresar a Zasip, pues prácticamente fue todo bajada. 

Justo antes de partir desde el casino

Total, fueron casi tres horas las que estuve fuera, una hora para ir, otra en el casino y cuarenta cinco minutos para volver. Fueron alrededor de 30 kilómetros los que hice. Creo que no está nada mal, contando que era la primera vez que subía cosas tan duras. Además, me sirvió para sacar varias conclusiones. Que el equipo con el que me he hecho últimamente para la bici es cojonudo, especialmente la chaqueta que me compré en el Lidl por cuatro duros. No sentía nada de frío, y lo hacía. Otra, que el ciclismo es un deporte duro de cojones, y admiró muchísimo a los ciclistas, independientemente de que se dopen o no, pues es algo que me la pela. Y tercero, que una vez que lo haces creo que no es tan peligroso montar en bici por aquí. No más que en otros sitios.

Cambiando de tema, el fin de semana estuve en un congreso de profesores de español en el Instituto Cervantes de Liubliana. Lo vi al poco de llegar aquí y no quería dejar pasar la oportunidad. Pude seguir formándome como profesor, establecer nuevos contactos y especialmente conocer a más gente española, con la que después estuve tomando algo por ahí y pude ver que prácticamente la totalidad de ellos vinieron a Eslovenia por la misma razón que yo. Y poca cosa más, que muchísimas gracias a los que os habéis pasado por aquí, y especialmente a la gente que ha dejado comentarios. Por cierto, ¡he subido nuevas fotos en el Facebook! Y no creáis que se me olvida, volveré a hacer esa ruta sin echar pie a tierra.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Živjo!

Siempre fuí muy crítico con los blogs (como con casi todo muchas veces infundadamente). Eso de escribir sobre tu vida por Internet para que todo el mundo lo pudiese leer me parecía una tontería. Y como muchas veces en mi vida, he acabado haciendo algo que al principio siempre critiqué vehementemente (y probablemente admiré en silencio). Supongo que además también me han podido las ganas de dármelas de escritor que yo, como muchísimas otras personas amantes de la literatura, siempre he tenido. Total, que el haberme venido a Eslovenia, me pareció el momento oportuno de lanzarme a esto de escribir un blog, con mucho retraso respecto al común del ciberespacio. No sé cada cuánto lo actualizaré, no sé hasta cuando durará, pero en él hablaré de cómo me va por este país tan verde (de ahí los colores del blog). La chorrada del título es un ejemplo más de mis maravillosos e ingeniosos juegos de palabras, puesto que en el escudo de Liubliana, donde en principio tengo mi lugar de residencia, aparece un dragón y es un gran símbolo para la capital.

Llevo ya más de quince días por aquí. La adaptación no ha sido difícil, más allá de los primeros días y de dejar atrás a los seres queridos, puesto que ya había estado en el país en numerosas ocasiones anteriormente. ¿Y qué he hecho estos días? Pues me los he pasado a caballo entre Liubliana y Zasip, el pueblo de Monika. Hemos acondicionado el estudio (aún queda por hacer), comprado cosillas de supervivencia básica para la casa, visitado amigos y, sobre todo, he buscado trabajo. Además de los papeleos para fijar mi residencia (me inscribí en la embajada, que por cierto estuve en un guateque en la Galería Nacional hace unos días con motivo del 12 de octubre), he pateado la ciudad muchos días llevando curriculums. En el restaurante español con el que había entablado contacto no hubo suerte, así que estoy tratando de contactar con cuantas más academias de idiomas mejor. Espero recibir una llamada pronto, a ver si hay suerte. Por el momento soy sustituto de una profesora eslovena de español para cuando ella esté enferma, no pueda dar las clases y demás. También he conocido bastante gente española. Pensaba que iba a ser más difícil antes de venir, pero realmente la ciudad está plagada de gente de habla hispana, especialmente estudiantes erasmus, de los cuales he conocido unos cuantos. Y también he visitado algunos lugares en los que no había estado aún, y eso que están realmente cerca del pueblo de Monika. Entre otros, Šobec, un camping cinco estrellas al lado de Bled y en el que jugamos al minigolf por la patilla, y Bohinj, el lago más grande de Eslovenia y con una cascada bastante famosa no muy lejos de él (mi foto de perfil aquí es la cascada). Siempre pondré fotos para amenizar las entradas, pero los que me conocéis bien ya sabéis que petaré el facebook como vengo haciendo desde hace ya bastante tiempo. Además, seguiré viendo cosas nuevas por Eslovenia. Entre otras cosas, porque me apetece un montón montar en bici por aquí. Ya sabéis que me traje la bici, y me he equipado con material para hacerlo (casco, culotte, etc.). La verdad que me da un poco de miedo, porque las carreteras y los coches no son de los que mejor te hagan sentir (en Liubliana, en los pasos de cebra o saltas dentro de él o los conductores se lo pasan por el forro), pero es realmente bonito hacerlo. El otro día ya fuimos un poco Monika y yo, y la verdad es que es un placer el tobogán de las carreteras, el verde a rabiar y los pueblos pintorescos que te cruzas (Samir y Eduardo, ¡cómo me gustaría hacerlo con vosotros, me sentí corriendo en el Tour a través de los Alpes!). Para terminar, el esloveno, pues algo "he mejorado", pero no he estudiado nada. El libro lo tengo, otra cosa es encontrar el momento.


Podría contar muchas cosas más, pero por el momento creo que no está nada mal. Además, si queréis saber más ya sabéis que me podéis escribir o chatear conmigo, que siempre estaré encantado de saber de vosotros, porque realmente os echo de menos. De todos modos, espero tener noticias pronto del voluntariado y poder volver a nuestra "amada" nación en noviembre. Hasta la próxima entrada.