No, no vayáis a pensar que ya me atrevo hasta con los triatlones. Al menos no con uno entero. Ivo, tío de Monika y uno de esos obsesionados del deporte, me preguntó si quería formar parte de un equipo para un nuevo triatlón con él y con uno de sus amigos. Yo habría de encargarme de la parte en bicicleta. Después de pensarlo un día y cerciorarme de que no me daría la brasa fuesen cuáles fuesen mis prestaciones acepté. Obviamente la prueba tenía tres partes, pero no era un triatlón convecional. La primera parte en lugar de nadar sería remo, con más de 5 kilómetros en el lago de
Bled. De ella se encargó Dušan y lo hizo más que bien. Me daría el relevo en torno a la posición número 15. Ahí empezaba mi turno para cubrir los más de 15 kilómetros rompepiernas que, cruzando
Gorje, tenían que llevarme hasta el siguiente relevo. Lo di todo, pero aún así el terreno era muy exigente para mí y en cada subida me adelantaba alguien. Mucha subida en los primeros kilómetros, que me dejaron fino, seguidos de un largo descenso que pasaba al lado de la misma casa de Monika y que incluía tramos de camino. Por ello, prácticamente todo el mundo llevaba la bici de montaña. Una sorpresa y una inyección de motivación fue encontrarme a Monika en el recorrido animándome cuando ya no lo esperaba. Los últimos kilómetros volvían a ser ascendentes, con una subida por camino de casi dos kilómetros. Hasta ahí ya me habían adelantado bastantes personas, pero acorde a mis planes yo estaba en mis tiempos. Al final, un kilómetro antes del relevo, había un cuestón que yo calculo que rozaría el 25 % de desnivel. Sabía de su existencia e iba con miedo. Y al llegar preferí bajarme de la bici, porque sabía que no iba a poder con él, aunque fuesen pocos metros. No sé si fue peor el remedio que la enfermedad. Me encontraba bien, simplemente cansado, pero al bajar mi cuerpo experimentó un
shock y me tuve que sentar unos minutos a vomitar, dando el espectáculo consecuente. Además, con ello me adelantaron otro buen número de personas. Cuando me repuse me levanté y terminé mi parte lo mejor que pude. Supongo que me pudo la presión de ser el peor de los tres, y eso con dos personas mayores de 50 años. El hecho de que algunos de los participantes fueran profesionales y el desnivel positivo del trazado fuera de 380 metros no ayudó. Fui a tope y lo pagué. Si no hubiera sido por echar la pota habría hecho más o menos lo que esperaba. Menos mal que luego Ivo, en la carrera final de más de 3 kilómetros en ascensión, recuperó parte de lo que yo perdí. Quedamos en el puesto 27 de 59 participantes en total (los decimoquintos de 25 en nuestra categoría). No está mal. Me quedó un pelín de mal sabor de boca, nunca mejor dicho, pero la verdad es que también lo disfruté mucho.
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El trío Davodu al completo |
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La máquina preparada |
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De esta guisa llegué al relevo |
Si conocía el cuestón que me esperaba es porque la semana anterior había estado reconociendo el recorrido en bici de este primer Triatlon Karavanke, organizado por la oficina de turismo del municipio de Žirovnica, cuya directora es buena conocida de la familia de Monika. En este municipio es donde terminaba mi parte, más concretamente en el parque recreativo del valle de Završnica. Parque que precisamente se inauguraba el mismo 8 de junio que tenía cita el triatlón. Nunca había estado allí, y como casi todos en Eslovenia, es un lugar muy bonito. Y como curiosidad, decir que en uno de esos reconocimientos una periodista me fotografió para ilustrar un artículo sobre dicha inauguración en Gorenjski Glas, un conocido periódico regional.
Aquí se puede leer el artículo en su web y
aquí descargarse el número en PDF.
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La foto del artículo de Gorenjski Glas |
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