En la calle Miklosičeva de la capital hay un rincón que puede pasar fácilmente inadvertido. Incluso para mí, para quien esta importante calle de la ciudad fue la más caminada en mis dos primeros años en el país. Hablo de una puerta que da paso a un templo para los amantes del cine. Aquí los cinéfilos tienen un refugio en el que poder contemplar antiguas piezas de arte. Esa puerta, flanqueada por dos esculturas de indudable tradición comunista, conduce a una pequeña pero coqueta sala de cine que alberga las proyecciones de la filmoteca eslovena. Con un programa completo, lleno de homenajes, retrospectivas y, claro, también cine esloveno clásico, puede saciar todos los gustos. Personalmente no había encontrado el momento de cruzar el umbral hasta hace unos días, cuando se dedicaba una tarde-noche entera a rendir homenaje a dos directores españoles recientemente fallecidos, Bigas Luna y Jesús Franco. Ni siquiera me hizo falta pagar los anecdóticos tres euros de la entrada, pues conseguí un par de pases en un concurso organizado por la embajada española. Con el sol bien alto aún, empezó el maratón de películas, después de unos discursos de uno de los responsables de la institución y de la embajadora española (éste, por supuesto, en inglés). Abrió la velada "Jamón, jamón" de Bigas Luna. La había visto por primera vez hace poco, pero no recuerdo que me gustara tanto y me riera tantísimo como en esta ocasión. Los pocos asistentes se llevaron una buena ración de risas, a pesar de los pésimos subtítulos en esloveno. Es una fabulosa metáfora de la caspa española. A continuación se proyectarían dos películas del director Jesús Franco, para mi alguien desconocido. De buen gusto me hubiera quedado, pero al día siguiente me esperaba un nuevo reto.
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