"De bajada a los infiernos más que solo ante el peligro", decía la canción. Ni una cosa ni la otra. Al final, el infierno resultó estar arriba, y a él me encaminé acompañado. El pasado viernes por fin hice una excursión con mis estudiantes mayores, algo de lo que llevábamos hablando ya un año. Una excursión en bici, claro. Tal vez estéis sorprendidos de que este año no esté dando la vara con mis rutas en bici. Hay varias razones para ello. La primera es que desde el septiembre pasado mi bici estaba estropeada y hasta hace unos fines de semana no la he podido arreglar. Cambio de plato (por la biela, que estaba rota) y nuevas cubiertas. La otra razón es que por ahora las rutas que he hecho han presentado poca novedad, y, por consiguiente, nada digno de contar. Pero pronto algo caerá, no os preocupéis. De todas maneras, esta excursión la hice con otra bicicleta. La que tengo en Liubliana, una bici de montaña vieja que me regaló un amigo. No es que sea la mejor bici para hacer deporte, pero tampoco es una tartana. Que, por cierto, me la robaron hace un par de semanas y la encontré tirada a 200 metros de mi casa (y ya me habían robado otra antes). Cosas de Liubliana. Total, que salimos desde Brezovica, un pueblo a las afueras de Liubliana. Algo así como una ciudad dormitorio a escala reducida. Desde allí haríamos un circuito de alrededor de unos 50 kilómetros, siempre a través de Ljubljansko barje. Esto es un parque regional alrededor de cierta parte de la capital. Se trata de algo así como un humedal causado por las cuencas de diferentes ríos que hace miles de años era un lago con un ecosistema y unas formas de vida muy especiales. Es algo bastante famoso aquí. Actualmente está en su mayoría ocupado por campos de cultivo y numerosos pueblos, por los que pasé. Como me ha caído más de una crítica por la retahíla de pueblos que menciono, me los ahorraré. Sólo decir que nunca dejará de sorprenderme lo rural que es Eslovenia, y que uno de esos pueblos se llamaba Pako, lo cual me causó cierto descojone.
El destino final era Pekel, cerca de Borovnica. Pekel es una garganta en el bosque que tiene hasta cinco cascadas. En el "gostilna" de rigor dejamos las bicis y caminamos un poco para ver las tres primeras cascadas. Como no podía ser de otra forma, un paraje muy bonito. Además, en invierno las cascadas son de hielo, ya que el agua se congela. No me importaría acercarme a verlo. Después, comimos en el infierno. Y, siguiendo las recomendaciones, me decanté por la trucha asada, magnífica, después de una sopa como entrante. Como postre, elección obvia. "Borovničeva torta". Es decir, tarta de arándanos. No cocinan tan mal en el infierno, oye. En fin, que fue una maravillosa excursión, por lugares tan cercanos que no conocía y disfruté mucho. Me fascina la energía que tienen las personas mayores a las que enseño español, tan activos siempre y con vidas tan interesantes para escuchar.
Restos de un viaducto en Borovnica bombardeado por los estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial |
Mis estudiantes con su amigo el diablo |
Comiendo en el infierno. Por si no lo habéis deducido aún, "pekel" en esloveno significa infierno |
Así da gusto ir al infierno jejejejeje (Contreras)
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