sábado, 21 de septiembre de 2013

Blednays Propaganda

Tengo un buen número de entradas pendientes, pero debido al Eurobasket (sobre el cual ya hablaré largo y tendido) el único tiempo libre que he tenido prácticamente desde que volví de mis vacaciones en España lo he dedicado a dormir. En los próximos días irán apareciendo poco a poco para dar continuidad a este blog que cumplirá tres años en breve. La noche anterior al mencionado viaje fue una toledana. Empezó en Bled, más concretamente en uno de sus bares, Kult, que sigue en pleno ascenso hacia la conquista de la noche junto al lago. Después de la decepción de la última vez, Bernays Propaganda se presentaban a la reválida conmigo. Y además en casa (no lo he dicho por aquí, pero desde julio y hasta nueva orden estamos de nuevo viviendo en Zasip). Allí estábamos Monika y yo, y poca más gente. Estaba un poco a la expectativa, pues no quería irme enfadado otra vez. Pero consiguieron devolverme la fe. No es fácil hacer un buen bolo en una sala con tan poca gente (y eso que la entrada era gratuita), aunque como público normalmente suelen ser los conciertos que más se recuerdan. Solo tocaron cincuenta minutos, pero soy consciente de que un grupo de sus características no pasará nunca de la hora sobre el escenario. Además alternaron temas de sus tres discos y me compré el último, de título "Zabraneta planeta", por solo cinco euros. Nunca me había hecho con uno de sus álbumes originales porque los había visto un poco más caros. Y la verdad es que mola tener un CD en cirílico. El próximo mes estarán otra vez en la carretera y caerá otra entrada sobre ellos. 

La cantante, siempre activa, dejó unas perlas dedicadas
al turismo que no entendí

Después de esto, la noche estaba lejos de acabar. Cruzando la medianoche Monika me llevó a Liubliana, donde me esperaba mi transfer de GoOpti, que definitivamente han llegado para quedarse como mi compañía de cabecera. Ya a la una de la madrugada empecé un viaje a través de una nueva ruta, dura como todas para salir de Eslovenia. Al menos pude dormir bastante en la furgoneta antes de llegar al aeropuerto de Bérgamo, hacia las cinco de la mañana. Solo empezaba a amanecer, pero el trajín que había en el pequeño aeropuerto era el mayor que he visto nunca hasta la fecha en uno. Entonces, un avión de Ryanair me llevaba directo a Madrid tras poco más de dos horas de vuelo, aterrizando ya cerca del mediodía. Fueron dos semanas las que pasé en España, a camino entre Juarros de Voltoya, Madrid y la provincia de Cádiz. La vuelta a Eslovenia la realicé con el mismo recorrido, pero tuve suerte y me tocaron las máximas cuatro horas de espera que ofrece GoOpti. Digo suerte no porque la espera sea algo deseable en este tipo de viajes, sino porque gracias a ello pude acercarme al centro de Bérgamo. El aeropuerto se encuentra bastante cerca de la ciudad. De hecho, la parte antigua se divisa desde la pista de despegue. Me había fijado a la ida y parecía una visita muy prometedora. Y no defraudó. Con la pesada mochila a la espalda me dirigí al autobús y durante unas tres horas pude pasear y disfrutar de una encantadora ciudad medieval italiana situada en lo alto de una colina. Cada esquina del casco antiguo era un lugar que podría perfectamente dejarte sin aliento. Cuanto más lugares de Italia ve uno más se da cuenta de que cada ciudad italiana es una auténtica preciosidad. 

Cada edificio es una obra de arte
Y sobre todos ellos destaca la capilla Colleoni
Los alrededores de Bérgamo son verdes y montañosos
Típica foto de tonto que viaja solo. La Bérgamo Baja
desde la Bérgamo Alta

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