Este sábado añadía una muesca más a mi biografía y había que celebrar una fiesta en casa, para juntarnos los amigos. Algunos españoles, bastantes eslovenos y un holandés. Por la mañana Monika y yo cruzamos (en autobús) media Liubliana, cubierta por los más de 20 centímetros de nieve que habían caído durante la noche anterior y con un vendaval importante. El destino era Leclerc, el único hipermercado francés en Eslovenia y que, consecuentemente, se parece bastante a mi añorado Carrefour. El objetivo era pertrecharse de condumio para el guateque. Y es que en Leclerc es el único lugar, al menos que yo sepa, donde se pueden conseguir algunos productos españoles. Por ejemplo, chorizo de Pamplona y queso manchego. Eso sí, a un precio nada bajo. Todo fuera por la causa. A estos manjares añadimos un par de tortillas de patatas, en cuya factura vamos mejorando.
En casa se empezó a caldear el ambiente y se pasó bien. Pero lo mejor estaba por llegar. Una vez pasada la medianoche abandonamos el refugio y salimos a las calles bajo cero, lo que desembocó en una de las guerras de nieve más cruenta jamás vista. Nos pusimos finos. Y es que el trayecto a pie desde mi casa hasta Metelkova no es precisamente corto. El destino era Gromka, otro de los garitos de Metelkova. En este no había estado nunca, pero es muy similar a Menza pri Koritu. ¿Y por qué fuimos allí? Pues porque en este bar una vez al mes más o menos se celebra la "Špan(s)ka noč". Es decir, Mikel, uno de los españoles en Eslovenia, pincha música patria, desde rock hasta la pachanga más pura y dura. Siempre había querido ir, pero por a o por b, nunca se había dado la situación. ¿Qué mejor que hacerlo para celebrar el cumpleaños de uno? Llegamos ya pasada la una y nos recibió música de Ska-p o Soziedad Alkoholika. La cosa prometía, pues ya sabéis que este es mi tipo de música, pero fue decayendo, porque se fue pasando cada vez más al pachangueo. ¡Hasta sonó Shakira! Además, pedí Segismundo Toxicómano y no lo tenía (¡¿Cómo?!). Pero bueno, aún así no estuvo nada mal, se echaron unos bailoteos y por fin pude conocer esta fiesta, una institución para los españoles en Eslovenia. De hecho, había bastantes erasmus con la misma nacionalidad en su documento de identidad. A las tres y media, cuando chapaban, recogimos velas y fuimos a por el descanso del guerrero. Total, que se pasó de puta madre. Una pena que los amigos al otro lado de la frontera no pudieran estar también.