sábado, 28 de enero de 2012

Doma...

Demasiado tiempo. Soy consciente de ello. Son cosas que pasan cuando se tienen muchas casas y ninguna, que no se encuentra el tiempo necesario para echar el freno, sentarse y reflexionar. La Navidad este año la pasé entera en Eslovenia y pude confirmar que no se celebra tanto como en España, o al menos no en todas las familias. Cosas comunistas. Se me hizo bastante raro no celebrar Nochebuena, pero al menos este año nos tomamos las uvas gracias al canal internacional de TVE, que a menudo lo veo en Zasip. Eso fue lo de mayor interés que hicimos en Nochevieja, porque a la mañana siguiente nos esperaba el largo camino a casa. Es decir, a Madrid. A las cinco de la mañana nos levantamos para ir a Lesce a coger el tren a Liubliana. Y en esta ocasión la novedad fue que cogimos un transfer desde Liubliana directo a Marco Polo (el aeropuerto de Venecia) con la empresa eslovena DRD. La verdad es que somos idiotas, porque es la forma más barata y rápida de hacerlo, pero hasta ahora no la habíamos considerado. Unas dos horas y media de viaje por 25 euros, y es bastante fiable (aunque a la vuelta, que también hicimos lo mismo, fue un tanto surrealista). Hicimos el tradicional vuelo Venecia – Madrid, pero esta vez fue con Easy Jet por primera vez, porque los imbéciles de Vueling han quitado este vuelo. Me gustaría saber por qué, porque siempre iba lleno. Pero bueno, con Easy Jet sale más o menos igual de precio. Nunca he contado por aquí cuando he estado en España, pero esta vez me apetece decir algo, porque las visitas van escaseando y cada vez lo echo más de menos. Estuvimos una semana, en la que vimos a multitud de gente (no lo puedo evitar y tengo que ver a todo el mundo aunque sea cinco minutos) y simplemente hicimos un viaje a Daimiel a visitar a Silvia después de su reciente marcha de Eslovenia. Claro está, aprovechamos para ver las Tablas de Daimiel. Además de esto, compras, roscón de Reyes y poco más. Volver a Eslovenia me ha costado mucho más esta vez. Supongo que por varios factores: que llevo más tiempo aquí y mis visitas son más escasas (aunque prometo que en 2012 va a haber muchísimas más que el año pasado), que mi casa de Madrid ya tenía terminada prácticamente la reforma y que Monika esta vez vino conmigo, por primera vez desde que vivo aquí.

En Las Tablas de Daimiel

Una de las primeras noches en Madrid nos encontramos esto
en una cervecería. Un montón de etiquetas de cervezas
"yugoslavas". La mayoría son eslovenas, de diferentes
productos de Laško y Union, las dos grandes principales
cervezas del país y con gran rivalidad entre sí (aunque la
propietaria es la misma empresa). Son etiquetas bastante
antiguas, porque la mayoría de productos ya ni siquiera existen.

Desde que he vuelto, lo mismo de siempre. O casi. La rutina de trabajar y pasar muy poco tiempo por casa (Zasip), porque ya no tengo descuento en los trenes al haber cumplido los 26 años y es mucho más caro. Así que he aprovechado para quedarme unos cuantos días en casa de nuestro antiguo vecino en Liubliana o en casa de un amigo español que hice hace algunos meses y con el que cada vez tengo más trato. Aitor se llama. En una de esas fuimos a la inauguración de una exposición fotográfica en la Galería Nacional eslovena coorganizada con la embajada española, donde pude comer queso manchego y jamón por la patilla. La exposición se llama "La mirada en el otro", y ya ha estado en varios lugares reuniendo diferentes fotos de Premios Nacionales de Fotografía. No la vi completa, y la verdad es que no me pareció muy interesante, pero hay fotos de gente bastante conocida como Ouka Leele o Alberto García-Alix. Yo es que no soy muy fan de la fotografía. Y aparte de esto hay dos novedades muy importantes en nuestra vida. La primera es que ya no tenemos coche. Al Daewoo Matiz últimamente siempre se le estaba rompiendo algo y suponía una sangría de dinero que ya no nos podíamos permitir más. Así que con todo el dolor de nuestro corazón decidimos enviarle a mejor vida. Es una putada estar sin coche, pero si no nos lo podemos permitir es en gran medida porque por fin volvemos a vivir a Liubliana. Nada más volver de España nos pusimos por fin en serio a buscar pisos, porque yo ya trabajo bastante más, y después de tres días y de no haber visitado muchos dijimos que sí a uno. Era barato y no está lejos del centro, así que a pesar de que es muy pequeño y de otras carencias nos decidimos por él. Este mismo domingo nos mudamos, así que ya contaré más sobre él.

Siempre te recordaremos, pequeñín. Inolvidables tus viajes a
Italia, a Austria (subiendo ese horrendo puerto de montaña),
a Croacia (saltándonos la frontera), etc.
Descansa en paz, te lo mereces.